Pocos preveían la tempestad que se desató en la tarde la Inauguración Bis del Palau de Congressos de Palma. Al fin y al cabo, no tenía más misterio que traer a los Reyes, pasearlos por el recinto y luego descubrir una placa. Pero he aquí que todos aquellos que subieron al atril para dar su discurso, aprovecharon para lanzar sus punyalets, como ya vaticinó Agustín El Casta en su transmutación en Jaime III (que no Jaume III, que en estos días pre 1-O hay que sacarle punta a todo).
Los Reyes de España se mezclaron con la sociedad mallorquina escogida por Meliá
El gremio de la prensa, por su parte, atendía aún mareado por el trasiego al que le sometieron los hombres trajeados de la Casa Real (reconocibles por sus impecables trajes oscuros y su pin monárquico). Ahora aquí, ahora allá. Detrás de esta línea. Ahora los redactores pueden acercarse al cristal para ver llegar a los Reyes. Como los tiburones del Palma Aquarium, aunque aún no queda claro quien estaba cautivo. Y vaya que llegaron: a un piso de distancia, pudimos contemplar sus testas, esta vez sin coronar, en el momento cumbre en el que iban a entrar, aunque antes se detuvieron ante el centenar de personas que les esperaban exultantes tras las banderas españolas. De esteladas, ni rastro.

Los Reyes de España se mezclaron con la sociedad mallorquina escogida por Meliá, acompañados de un clima muchísimo más templado respecto a la recepción veraniega, con cuarenta grados a las ocho de la tarde en La Almudaina. Sin embargo, la tarde- noche del lunes en el Palau fue más asfixiante, con la consulta catalana en el horizonte.
El Palau de Congressos lleva en funcionamiento desde abril y el ganador del concurso, Gabriel Escarrer, presidente de Melià, aprovechó su momento ante el micrófono, los Reyes y las autoridades insulares para criticar el incremento de la ecotasa. Un impuesto turístico que tumbó en su momento a su creador, el conseller de Turismo Celestí Alomar, que en el primer Pacte de Progrés recibió el ataque enfurecido del sector hotelero. Escarrer aprovechó para mostrar su oposición a una subida de impuestos y pidió a los políticos allí presentes rigor y consenso ante el alquiler vacacional o la turismofobia, para después señalar que “la prosperidad es proporción y no masificación”.

Gabriel Escarrer, aprovechó su momento ante el micrófono, los Reyes y las autoridades insulares para criticar el incremento de la ecotasa
La presidenta del Govern balear, Francina Armengol, dejó caer también su pequeña dosis de crítica para quien quisiera recoger el guante: la posibilidad de “construir una economía más sólida, diversa y competitiva, que reparta mejor la riqueza”, que lo mismo vale para la ecotasa como para una subida salarial. Y ojo, que la negociación colectiva del sector está en la mesa y se esta cerrando el principio de acuerdo que contempla una subida salarial de un 17% aproximadamente en un plazo de cuatro años. , así que ninguna de las frases que se dejó caer era arbitraria.


Agustín el Casta, reconvertido en Jaime III, apareció para recorrer “un Palacio en el que no vive nadie”. Aprovechó para repartir estopa en el mismo momento que señaló que hablaría en castellano “porque siempre hemos hablado dos idiomas sin problemas”. Ironía sin paliativos para señalar que ha encontrado Palma muy limpia, entre las carcajadas del público, “más limpia que la Palma de la Edad Media”. Otra punzada por el edificio de Gesa, colindante al Palau y convertido en dardo envenenado entre los diferentes gobiernos, y del que sugirió que le podían cambiar los cristales.
No debió ser una noche muy agradable para algunos de los asistentes cuando Jaime III, según el propio El Casta, iría a la batalla de Llucmajor, en la que debería morir, acompañado en esta ocasión: “¡Viva la Guardia Civil, que lo arregla todo!”. Algarabía entre el público, que todos han sabido conectar la chanza de Agustín con el conflicto catalán.

El alcalde de Palma, Antoni Noguera, arrancó su discurso en catalán, él sí, para lanzarle un órdago y convertirle en “gerente del Ayuntamiento de Palma”. Noche de dardos en la que tenía que ser la fiesta del Palau de Congressos. Ojo, más de 140 millones de euros ha costado y más de diez años de obras. El dinero público convertido en arma arrojadiza. No deja de ser irónico que Jaume Matas, la mente que ideó el proyecto del Palau, esté estos días dando explicaciones judiciales por su proyecto del edificio de la Ópera que hubiera arrancado sin contemplaciones si no llega a perder las elecciones.
Al día siguiente, resaca en el Parlament. El Govern se mantiene en su idea de doblar la ecotasa en temporada alta (un impuesto que, por otro lado, existe en muchos destinos turísticos de todo el mundo y es incluso mucho más gravoso que el balear). Y Més, escocido por la intervención de Escarrer, de la mano de David Abril, anunció la aceleración de un procedimiento para que la Agencia Tributaria revise la amnistía fiscal del hotelero.
El penúltimo capítulo: la Federación Hotelera de Mallorca ha mostrado su indignación por las amenazas de la izquierda a la familia Escarrer. La escalada verbal va tomando visos preocupantes, que recuerda a los tiempos de la confrontación de Alomar frente a los hoteleros.
Mientras tanto, el Palau de Congressos se ha convertido en un arma arrojadiza, desmereciendo el trabajo de gestores, técnicos y el propio arquitecto, Patxi Mangado.











