Como ya hemos comentado en alguna ocasión, el estreno en la gran pantalla de ‘Fiebre del sábado noche’ (1977) ayudó a popularizar, todavía más si cabe, la música disco. A finales de la década de los setenta, no había ninguna pequeña ciudad en Estados Unidos sin discoteca. Un hecho que provocó una reacción violenta de los seguidores del rock. Entre ellos, el del locutor radiofónico Steve Dahl. Pero vayamos por partes…
En 1978, Dahl tenía 24 años. Por entonces, estaba a los mandos de un programa radiofónico de rock en la emisora WDAI. En un momento dado, la cadena decidió dedicar todo su tiempo a la música disco debido a su gran irrupción. Una decisión que dejó al joven sin trabajo.
Embed from Getty ImagesCon ganas de revancha, Dahl empezó una nueva etapa en WLUP. Allí, con el lema ‘Disco Sucks’ (‘La música disco apesta’) empezó su cruzada aglutinando seguidores que compartían con él su animadversión al nuevo estilo musical. Y es que para el veinteañero, este novedoso género transformaba a las masas en muertos cerebrales que tan solo bailaban. Discofobia en estado puro.
Poco a poco, el locutor fue adquiriendo notoriedad en la ciudad. Hasta el punto, que fue requerido por el equipo local de beisbol, los White Soxs, para promocionar lo que bautizaron como ‘Disco Demolition Night’.
El evento, celebrado el jueves 12 de julio de 1979, presentaba un doble enfrentamiento entre los de Illinois y los Detroit Tigers. Para promocionarlo, a los organizadores se le ocurrió una idea que pasaría a la historia. Y es que, a la entrada del recinto, se ubicó un contenedor donde los asistentes podían depositar los discos que ellos mismos traían o los que les regalaban en la puerta. Un plan que, posteriormente, llegaría a su cénit con una gran explosión.
Para los curiosos, comentar que no todos eran discos de música disco. Vinilos de artistas como Stevie Wonder, Chic o Marvin Gave tampoco se salvarían de la quema. Tampoco les importó, puesto que al menos 50.000 personas (algunos hablan de 70.000) abarrotaron las gradas de un Comiskey Park plagado de pancartas. Muchas de ellas, racistas y homofóbicas.
Además, otras 15.000 personas se quedaron en los alrededores del estadio y unos 10.000, atrapados en la autopista debido al tráfico.
LA GRAN EXPLOSIÓN
Eran alrededor de las 20.15 horas, cuando acabó el primero de los dos choques programados. Una media hora más tarde, Dahl apareció en el terreno de juego sobre un jeep. Iba vestido con un uniforme militar, casco incluido. Acompañado por el también locutor Garry Meier, se dirigió hasta el centro del campo, donde esperaba un contenedor con más de 50.000 discos para ser detonados. Todo ello, mientras la multitud jaleaba aquello de ‘Disco Sucks’ y los jugadores calentaban para encarar el segundo envite.
La situación se fue caldeando. De hecho, algunos vinilos que no fueron depositados en el contenedor sirvieron como armas arrojadizas. “Mierda, podía haber sido asesinado por Village People”, confesó Steve Trout, de los Soxs, con sentido del humor.
“¡Este es ahora oficialmente el mitín antidisco más grande del mundo!”, gritó Dahl, micro en mano. “¡Ahora, tomamos todos los discos de música disco para hacerlos estallar!”, sentenció. Y así lo hizo, dejando un gran agujero en el campo. Entonces, la multitud empezó a dejar su sitio en la grada para descender hasta el terreno de juego y formar parte de un auténtico motín. Los hubo que arrancaban el césped, mientras otros encendían hogueras. Otros, incluso, aprovecharon para destruir la jaula de bateo. Tampoco se salvaron las bases, que fueron robadas. Además, se desataron violentas peleas que provocaron importantes disturbios. Tampoco faltaron los gritos racistas, en alusión al origen de algunas de las voces más relevantes de la música disco, como Donna Summer o Gloria Gaynor. Una auténtica locura colectiva contra toda aquello que, para ellos, simbolizaba que Estados Unidos se había vuelto un país blando lleno de zapatos de plataforma y boas de plumas.
La ‘Disco Demolition Night’ acabó cuando apareció en escena la policía a caballo. La mayoría de los alborotadores corrieron a las gradas tan pronto como la vieron equipada con cascos antidisturbios y porras. En cinco minutos, los agentes tenían la situación bajo control y el área totalmente despejada. Un total de 39 personas fueron detenidas y decenas tuvieron que ser atendidas por diversas heridas.
Evidentemente, y a pesar de los esfuerzos, no se pudo disputar el segundo partido programado ya que el terreno de juego estaba destruido… y sumido en llamas.
“Estoy cansado de defenderme de las acusaciones de ser un homófobo y racista por estar al frente de ‘Disco Demolition’. Fue solo una acción concreta. Ni racista, ni antigay. Solo niños meándose en un género musical. Eligieron permanecer fieles a las bandas que proporcionaron el telón de fondo a sus vidas”, declaró posteriormente su propulsor, Steve Dahl, quién se casó un día antes del evento con una abogada.
EL DOCUMENTAL
Red Bull Music Academy produjo un minidocumental titulado ‘Disco Demolition: Riot to Rebirth’ que relata, en boca de algunos protagonistas y varios testigos directos, la locura de aquella noche de verano.
OTRAS PROTESTAS
Ese mismo año, en Seattle, cientos de fanáticos del rock se reunieron en ferias y atacaron una pista de baile portátil que iba de ciudad en ciudad mientras que en Portland, miles de personas vitorearon cómo un locutor de radio cortaba una pila de discos de este tipo de música con una motosierra.
En Nueva York, los radioyentes protestaron contra una emisora por poner el himno sexual de la cantante de Donna Summer, el conocido “Hot Stuff”.
Además, se inauguraron clubes antidiscos en Detroit y Chicago, atrayendo a miles de personas con camisetas con las frases como la ya mencionada ‘Disco Sucks’ o ‘Death to the Bee Gees’ (‘Muerte a los Bee Gees’).
Tampoco se libró la ciudad de Los Ángeles, donde una radio lanzó una grabación antidisco con canciones como “Disco’s What I Hate”, “Disco Defecation” y “Death to Disco”.