Hay calles por las que pasamos casi sin pensar, vías rápidas que conectan un punto con otro y que, a menudo, no invitan a detenerse. Una de esas calles céntricas de Palma fue el escenario de algo inesperado: la inauguración de ‘The Vase’, una colectiva de cerámica que reunió a artistas locales y visitantes en AAA Studio, un espacio pequeño pero cargado de intenciones artísticas.
El evento, lejos de ser una simple exposición, fue un canto a lo cotidiano, reivindicando al jarrón como un objeto cargado de simbolismo. Durante siglos, este humilde recipiente fue creado por manos femeninas, invisibles para la historia del arte. Con ‘The Vase’, Arina Antonova y sus colaboradores devuelven a este objeto su lugar, explorando la relación entre arte y artesanía, el cuerpo, el poder y las experiencias femeninas.
Un ambiente efervescente
Desde el interior del AAA Studio, un espacio descrito como “coqueto y blando”, hasta la estrecha calle donde los invitados disfrutaban del cálido sol de noviembre, la inauguración fue todo un acontecimiento social.
Como si se tratara de un catálogo de Zara en movimiento, artistas jóvenes y emergentes de Mallorca llenaron la sala. Fotógrafos, pintores y joyeros se daban cita para celebrar el arte de la cerámica. Entre abrazos, felicitaciones y un crisol de idiomas, muchos confesaron no haber visitado antes este rincón artístico de Palma, lamentando no haber descubierto antes la magia del lugar.
El elenco artístico de la noche
Con una sudadera amarilla con un jarrón estampado Arina Antonova dio la bienvenida a cada uno de sus invitados, allí conversamos con:: Ana Alexandra, Ana Grajales, Rocio Bribiesca, Ruth Minola, Delphine Richon, Lucía Hassanien, Martina Benvenutto, Sara Regal, Georg kayser, Lara Bongard, Aina Ric, Vica, Vivian, Ana Uceda, José Carlos García Leela Romeo de DESANUDA Fiber lab, Reyes Marfil Y Raquel García
Reyes Marfil. Cada uno de ellos aportó una perspectiva única, haciendo de esta colectiva un caleidoscopio de visiones sobre un objeto que, en apariencia, podría pasar desapercibido.
Arina Antonova: la anfitriona
La figura central de la noche fue, sin duda, Arina Antonova, quien recibió a cada invitado luciendo una sudadera amarilla con un jarrón estampado, un guiño directo al tema de la exposición.
Antonova, nacida en 1980 en Sebastopol, es escultora y artista visual. Divide su tiempo entre Suiza y Mallorca, donde dirige AAA Studio, un espacio que funciona como taller personal y punto de encuentro para artistas emergentes. Su práctica artística se centra en la escultura y las instalaciones, con la cerámica como su material principal.
A través de su obra, Antonova aborda temas como el cuerpo, la experiencia femenina, el poder y los rituales de alimentación. Su interés por las tradiciones locales y la relación entre el cuerpo y el espacio social también está influido por su experiencia migratoria, que le ha permitido explorar los códigos culturales que construyen la identidad y el género.
Reinterpretando el jarrón
La propuesta de ‘The Vase’ es audaz porque nos pide reevaluar algo que hemos normalizado: el jarrón. Más allá de su funcionalidad, se presenta como un símbolo de tradiciones, de poder y de expresión artística. En esta exposición, se reivindica como un objeto que trasciende su uso práctico para contar historias sobre el cuerpo y la identidad.
A través de sus formas, colores y texturas, las piezas expuestas en AAA Studio nos invitan a cuestionar los límites entre arte y artesanía, entre lo visible y lo invisible.
AAA Studio: un epicentro creativo en Palma
La inauguración de ‘The Vase’ pone de manifiesto la importancia de espacios como AAA Studio en el panorama cultural de Mallorca. Este pequeño estudio no solo alberga exposiciones, sino que también funciona como un punto de encuentro para artistas locales e internacionales, fomentando el diálogo y la colaboración.
‘The Vase’ no es solo una exposición; es una invitación a mirar lo cotidiano con nuevos ojos y a valorar la riqueza que se esconde en lo que damos por sentado. Un jarrón puede ser mucho más que un contenedor; puede ser el puente entre el pasado y el presente, entre lo funcional y lo sublime.