¿Cómo y cuándo empezaste a pinchar?
Pues poco después de organizar con Zulos Club nuestra primera fiesta, que fue en un huerto de patatas (risas) de Toni Bujosa, un amigo al que siempre estaré eternamente agradecido. Era el año 2000. Al principio lo hice con vinilos, pero me frustraba no poder comprar todo lo que quería. Esa fue la principal razón por la que aposté por comprarme unos reproductores Pioneer, algo que en aquella época era raro.
La primera vez que pinché fue una fiesta llamada ‘Welcome to the Jungle’ que organizamos en Es Pinar, el antiguo Pequeño Mundo. De aquella noche tan solo recuerdo el final, poniendo una denuncia en jefatura porque nos habían robado el equipo que guardamos en un coche mientras estábamos de ‘mañaneo’. Aquello todavía me duele, si bien me consuela pensar que aquello me motivó para aprender a pinchar. Recuerdo estar meses y meses practicando. Incluso, mi abuelo me hizo una cabina de madera para mi habitación, a la que un amigo bautizó como ‘Zulo’ por sus pequeñas dimensiones. De ahí, el nombre de nuestra promotora. No tengo dudas, que nuestra historia da para una serie en Netflix de varias temporadas (risas).
Estuvimos cuatro años organizando fiestas privadas, sólo para amigos y conocidos. Aquello fue nuestra escuela. Para los deejays fue esencial para perfeccionar la técnica y conocer la psicología de pista. Y para nuestro diseñador, que sigue siendo el mismo, mi gran amigo Phil Wolf, aquel tiempo le sirvió para empezar a plasmar su arte con un sello inconfundible que se ha convertido en la imagen de Zulos Club.

¿En qué momento consideras que cambió tu carrera?
Creo que ha habido varios. Uno muy importante fue cuando la promotora Girasoul, posteriormente llamada Tremenda, me invitó a pinchar con David Penn aka Deux e Isaac Indart en una de sus fiestas en Menta. Aquel fue mi primer bolo fuera de mi espacio de confort.
Otro punto de inflexión fueron las residencias en Sala Fónica, Main Club, La Metro y Cultura Club. En 2010, cuando Ramón Caimari se hizo con lo que era el King Kamehameha, cambió bastante mi vida. Llegué a dejar de lado mi profesión de periodista para volcarme cien por cien en la noche. Me emocioné y me equivoqué, ya que luego me costó mucho volver a la normalidad de un trabajo diario. Además, el periodismo es mi vocación. Lo mío es contar historias, ya sean por escrito o con la música (risas).
A pesar de todo, no cambiaría nada. Fue una época increíble en la que disfrutamos al máximo. Además, coincidió con la eclosión del Buddha Sundays y de Il Chiringo.
Tampoco puedo olvidarme de Sa Possessió. Durante sus dos primeros veranos, fuimos la única promotora de música electrónica en bailar bajo la luna en ese espectacular lugar. Han pasado los años, pero sigo manteniendo una excelente relación con Miquel, que ahora está al frente de Es Molí Club y al que también tengo mucho que agradecer. Allí hemos hecho nuestros últimos fiestones de Halloween, Nochevieja y Carnaval que han resultado determinantes para volver a renacer… como el Ave Fénix (risas).
¿Quiénes son o han sido tus influencias?
A mí siempre me ha gustado mucho el rollo progresivo con melodías. De hecho, cuando era más joven, me flipaba Paul Van Dyk. Creo que es evidente al leer los artistas que hemos traído a la isla durante estas dos décadas. Haber podido conocer y/o tener una amistad con Echomen, al que quiero mucho, Lexicon Avenue, Slam, Chab, Jody Wisternoff – Way Out West, Mr.C, Aril Brikha, Funk D’ Void, Pete Heller, Timo Maas, Gabriel Ananda… Es un sueño hecho realidad.

También me marcó mucho en el house de finales de los 90 y Depeche Mode, sobre todo sus primeros trabajos. Cuando vivía en Liverpool, los escuchaba a todas horas. Como promotor, estaba enamorado del The End de Londres del gran Richard (Mr.C) – donde durante las ocho horas en la que estaba abierto tan solo pinchaba un deejay- y del DC10 en mis días viviendo en Ibiza, durante los veranos de 2002, 2003 –cuando las paredes eran amarillas y no había techo- y 2004. Aquel club cambió mi manera de ver las cosas y, sobre todo, me inculcó el respeto a la música, a los artistas y al público. También de lo importante que son los principios, aunque a veces puedes sentirte solo. Por todo ello, es tan especial celebrar nuestro 23 aniversario con Cirillo, una de sus leyendas.
¿Qué artistas te han impresionado más por su técnica?
He tenido la suerte de compartir cabina con artistas internacionales de primer nivel como Roger Sanchez, Darren Emerson – Underworld, DJ. T o Locodice, por citar algunos. De los nacionales, admiro como ecualizan la mesa tanto Ángel Molina como Nacho Marco.
También destacaría a Isaac Indart. Sin duda, es una de mis debilidades. Me parece un gran deejay en todos los aspectos, desde cómo saber llevar una pista o adaptarse al rollo. Además, lo que le he visto hacer a él, eso de mezclar dos canciones con el pitch sin necesidad de tocar los discos, tan solo lo recuerdo del malogrado Erick Morillo en Factory.
Por otro lado, me encanta Sasha, pero en sus sesiones maratonianas. Su manera de contar historias me parece única. Eso sí, con todo el mundo calladito (risas).

Hablando de estilos ¿Con cuál de ellos te sientes más cómodo?
Creo que después de más de veinte años pinchando soy capaz de adaptarme a cualquier situación y horario. En mis sesiones mezclo varios estilos, siempre y cuando tengan que ver con mi rollo. Puedo asegurar que jamás he puesto un tema que no me gustara. Eso sí, reconozco que, cuando echo la vista atrás, hay alguno que me sorprende (risas).
Yo pincho según los colores que me transmite cada tema. Así pues, se qué para llegar al verde, tengo que mezclar azul con amarillo.
Imagino que, tras tantos años en la noche, tendrás muchas anécdotas…
Podría pasarme horas y horas, aunque muchas de ellas no se pueden contar (risas). Además de cambiar el billete de más de un artista que se ha quedado de after, recuerdo un día que la artista invitada no vino a la Sala Fónica. Aquella noche, con la sala abarrotada, me convertí en deejay, ya que tuve que pinchar cuatro horas. Recuerdo que hasta puse el ‘Orange Mistake’ de Luciano. Curiosamente, pocos días, me habían “encerrado” en una conocida sala durante horas para enseñarme a ecualizar una mesa. Caprichos del destino, supongo.
Otra muy buena fue cuando a Chelonis R. Jones le dejó de funcionar el micro en plena actuación. Fue en Menta. Menos mal, que había uno de repuesto (risas). También recuerdo que a Mendetz le faltaban pilas para su teclado. Se dieron cuenta pocos minutos antes de su actuación. Era en el Gallery Club. Total que, con la sala llena, tuve que coger mi coche en busca de unas pilas. Tuve suerte, ya que encontré una gasolinera cercana abierta.
Y la última. Fue cuando vino Slam. Los fui a buscar al aeropuerto. Al salir, había una limusina. Ellos se fueron sin dudar hacia ella hasta que les avisé que aquel no era su coche, mientras señalaba mi Fiat punto amarillo descapotable. Sus caras fueron un poema, aunque todo quedó en una anécdota que recordamos varias veces durante aquella gran noche.

¿Cuál ha sido la fiesta de tu vida?
Todavía está por llegar (risas). Además, sería imposible quedarme solo con una. Las que hicimos en Ibiza y las Nocheviejas, con carpas a lo loco, en lugares secretos de Costitx y Lloseta, fueron increíbles, como muchas de las que tuvieron lugar en la Sala Fónica, La Metro, Cultura Club (tanto el del Paseo Mallorca como el del Marítimo), Ware House o las más recientes en Es Molí Club.
También ha habido muchas al aire libre. Como aquel cumpleaños privado en Felanitx que vino media Palma, las decenas que hicimos en Sa Possesió, las de los Buddha Sundays en el Ness Club, Guillermo Vilas Tenis Club o Wave House y las de Il Chiringo. Mención especial merecen las añoradas boatparties. ¡Qué tiempos!
Cambiando de tema, ¿Nunca te ha llamado la atención el tema de la producción?
Si te digo la verdad, es algo de lo que me estoy empezando a arrepentir y de la que supongo que dejé escapar una buena oportunidad en los tiempos en los que tuvimos nuestro propio sello: Zulos Club Records. Pero bueno, en mi defensa diré que entre pinchar y organizar eventos, apenas queda tiempo para otra movida. Yo soy muy apasionado con lo que hago y exigente, así que creo que me frustraría al no disponer de horas suficientes.
Tuve una experiencia con Echomen, en un tema que tiene mi voz. Lástima que no fuera un temazo, como los muchos que tiene mi gran amigo Anton (risas).
Por cierto, también tenéis un programa de radio…
Fue la única petición que hice cuando me convencieron para volver. Desde un primer momento, Napo y Mike (Mauri) nos abrieron las puertas y nos hicieron sentir parte del excelente equipo que forma Who Electronic Radio (90.5 FM), en el que además hay amiguetes como Pedro Silva, Álex Caro, Cati Moreno, César (del Río) o Rosana (Nun).
El programa, que se llama ‘Zulos Club Radio Show’, se emite cada martes de 21:00 a 22:00 horas.
Por último, ¿Algún consejo?
Yo no soy nadie para dar consejos, pero si tuviera que dar uno, le diría que sí está mal, hable con algún profesional. La salud mental tiene que dejar de ser un tabú en el mundo de la noche. Yo no lo hice y estuve tres años sin tener ganas de ver a nadie, fruto de una depresión que luchaba por ignorar. De hecho, todavía hay alguien muy importante en mi vida a la que no he visto.
Gracias al apoyo de mi madre, de mis compañeros de trabajo (y no es peloteo) (risas) y de amigos como Pere, Laura o Lola, he podido salir de un túnel que estuvo durante meses sin luz. También Patto (Vikenzo) ha sido muy importante en nuestro regreso. Recuerdo que no tenía ganas ni fuerzas para escuchar música. Por ello, este aniversario es muy especial. Y es que durante algún tiempo, parecía que nunca más volveríamos a bailar juntos. Ahora, toca disfrutarlo.
FAST CHECK
Un deejay: Sasha o alguno de los residentes de Zulos Club
Un productor: Antes, Echomen. Ahora, Fred Again
Un tema: alguno de los de los inicios de Depeche Mode
Un estilo que no sea electrónica: cualquiera que no sea reguetón
Un club: Cultura Club y The End (London)
Un festival: cualquier lunes en el DC10 entre 1999 y 2004
Una comida: la que hacía mi abuela Caty
Una bebida: Coca-Cola
Una película: alguna de Woody Allen o de Tarantino
Una serie: ‘Twin Peaks’
Un lugar para perderse: Transylvania o el Lago Ness