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Javi Bora: “Fichar por Space me cambió la vida”

Javi Bora es el nombre artístico de Javier Bueno García (Palma de Mallorca, 1983). Tras empezar su carrera como percusionista, decidió ponerse tras los platos para convertirse, junto a otros como Pig & Dan y Kiko Navarro, en el deejay mallorquín con mayor proyección internacional. Productor y propietario del sello Too Many Rules, hemos conversado con él para conocer más a fondo una brillante trayectoria marcada por sus residencias en Space y su presencia en discotecas de los cinco continentes.

Tu carrera empezó como percusionista… 

A mí siempre me ha gustado mucho la música. Cuando tenía unos 9 o 10 años, aprendí a tocar la guitarra española con un amigo. Luego, me dio por la percusión latina, lo que me abrió las puertas para empezar a trabajar en fiestas privadas, como las que organizaba mi amigo Chema Ramiro y en discotecas de Paguera. Poco después, tuve la oportunidad de tocar en el Gallery Club y en un Mallorca Pop en Santa Ponça de Los 40 Principales gracias a Juan Campos. Yo era tan solo un adolescente que, por entonces, era conocido como Javier Bueno (risas).  

Y entonces, imagino, que surgió lo de Bora… 

La verdad es que tenía ganas de ponerme un nombre artístico. Supongo que, al ser tan joven, esas cosas te hacen ilusión. Probé con algunos, como el de Javi Beats, pero ninguno me convencía. 

Muchos piensan que me puse Javi Bora por mi relación con Ibiza, donde llevo unos 20 veranos trabajando. Pero no. Lo escogí con mi madre porque de pequeño, miraba documentales y soñaba con viajar hasta esos lugares, como la isla de Bora Bora. Debía de tener unos 17 años. Nos sonó bien a los dos y así se ha quedado (risas). 

¿Cuándo empezaste a pinchar?

Empecé también siendo un adolescente. Recuerdo que iba al supermercado del padre de mi amigo Dani Castellano, ‘Dani Rubio’ para la pandilla de toda la vida, quien me transmitió su pasión por la música electrónica. Cuando cerraba, nos metíamos dentro a pinchar con su equipo. Yo todavía no tenía, pero ya me iba a comprarle discos a Juan Campos.

Me acuerdo de que le compré la mesa a un chico de Son Rapinya y los Technics a otro de Palma. Los platos todavía los tengo y de hecho, los usé mucho durante la pandemia. Fueron una vía de escape. 

¿Recuerdas tu primer bolo?

Después de pinchar en algunas fiestas privadas y en discotecas poco conocidas, Gabi Triquet me dio mi primer gran bolo. Fue en una fiesta en el Gallery Club con un artista invitado que fue muy promocionada por la radio. 

Estaba muy nervioso, a pesar de pinchar el primero. Creo que fueron dos horas y media. Vinieron todos mis amigos y fue muy bonito. Te tengo que reconocer que, técnicamente, pinché fatal. Pese a ello, me encantaría tener esa sesión, que recuerdo que fue con música más atemporal, no tan del momento. 

¿En qué momento consideras que cambió tu carrera?

Gracias a la percusión, yo ya había conseguido viajar. En 2002, por ejemplo, toque en Guaraná, un mítico local que había en Santa Eulalia (Ibiza). 

Desde 2002 a 2004 fui residente en Space. Me fichó el promotor de ‘In bed with Space’, la fiesta de Barbara Tucker, tras verme actuar en Sa Nau –posteriormente conocido como Abbyss Club y Club25- en otra fiesta que organizaba Gabi Triquet. 

Como deejay, fue la noche en que cerré Penelope Ibiza. Conseguí el bolo gracias a mi amigo Daniel Sánchez, que estaba trabajando en un bar de ambiente a cuyos propietarios, Julio y Marcus, les encantaba mi rollo. 

En Penelopé, les gusto tanto mi set, que me dieron una residencia con la promotora Scandal. Yo, en aquellos tiempos, todavía no estaba convencido en centrarme a pinchar y dejar la percusión. Ten en cuenta que en Mallorca, tan solo lo hacía a primera hora en el Club 113 o en Pachá si algún promotor me daba la oportunidad. También en discotecas de mi zona, Paguera y Santa Ponça.

Estuve con Scandal unos tres años, repartidos entre Penelope, Pachá Ibiza y Lucifer. En ese momento dejé la percusión, pese a que estaba mi contento trabajando en Pachá Mallorca con Ángel Rodríguez. Luego, Space me fichó como deejay residente oficial. 

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¿Cómo te ficharon esta vez?

Hice un evento con una marca que tenía llamada ‘Just Groove’, de la que creo que tú viniste a pinchar en alguna ocasión, en la playa del Prat de Barcelona, en el Sonar Off. Fue en un chiringuito llamado ‘El Calamar’ con mi amigo Carlos Aguilar. Allí conocí a dos chicos. Uno de ellos, Marc Gimeno, me ofreció la posibilidad semanas más tarde. Yo por entonces ya producía con sellos como Defected y estaba a punto de firmar por una agencia de Brasil. 

En Space estaban buscando residentes. Les mandé algunas sesiones y cinco o seis meses después, me llamaron para ir a Barcelona. Me reuní en las oficinas de Space International con su director y llegamos un acuerdo. Recuerdo salir y llamar emocionado a mi madre 

Entiendo que, entonces, despegó una carrera que te ha permitido viajar por todo el mundo…

Efectivamente. La verdad es que viajo mucho. Durante varios años, he hecho los cinco continentes, incluyendo África. También he estado en Sudamérica, Australia, Nueva Zelanda, Indonesia, Singapur… 

El club más alucinante en el que he pinchado es Womb, en Tokyo (Japón). Fue en 2014, durante mi segundo año como residente de Space, en una noche en la que compartí cabina con toda una leyenda como Derrick May. Pinchamos cuatro horas cada uno y fue increíble. Los japoneses lo dan todo. Era meter una voz o un bajo, y se volvían locos. He pinchado en festivales delante de 25.000 o 20.000 personas y te garantizo que la energía que transmiten en esa sala es única en el mundo. 

En cuanto a festivales, el que más me ha gustado de los que he estado fue el We Are Festival, que se celebra a las afueras de Londres. Allí, he compartido cabina con artistas como Nina Kraviz, Nick Curly o Mathias Tanzmann. 

A pesar de todo, me gustaría pinchar más en Mallorca. Echo mucho de menos hacerlo con mis amigos, en una fiesta privada de esas para cien personas. 

Has citado a Derrick May… ¿Qué otros deejays te han dejado impresionado?

Yo tengo mucha admiración por Laurent Garnier. Me parece un artista descomunal. Otro es Carl Cox, con el que mantengo una buena amistad. He compartido cabina con él muchas veces y tiene un carisma único. Es capaz de mover a 500, 5.000 o 50.000 personas. Y eso sabes que, a veces, no es fácil. Tecnicamente es muy bueno y, musicalmente, es más versátil de los que muchos creen. Yo le he visto pinchar hasta funky (risas). 

Tampoco me puedo olvidar de Steffi, la residente de Panorama Bar (Berlín), y Tama Sumo. Ambos me dejaron impresionado por su técnica. 

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Imagino que, tras tantos años pinchando, tendrás alguna anécdota….

Te voy a contar una surrealista que me pasó en una fiesta que se celebró en Polonia, concretamente en un castillo de Portman. Fui con mi novia Monika, que es polaca y me ayudaba a comunicarme, sobre todo con los de seguridad, que eran muy secos (risas). Ella me suele acompañar por todo. Ahora menos, porque estamos esperando una niña que se llamará Maya. 

En Polonia, empecé a pinchar y de repente, subieron al escenario a un chico que iba en silla de ruedas. Para mi sorpresa, un seguridad lo agarró, para levantarlo y tirarlo para abajo. A una chica, que iba con él y se puso un poco agresiva, también la lanzaron por los aires. Evidentemente, paré la música. Cinco segundos después, ya tenía al promotor de la fiesta diciéndome que “no pasaba nada”. 

Otra que me viene a la cabeza fue en Ecuador, en un lugar perdido entre montañas. Recuerdo que llamé a Dj Chus para pedirle referencias y me dijo: “No te asustes por el camino entre la selva. En tres o cuatro horas llegarás”. Y no le faltaba razón (risas). También guardo muy buen recuerdo de una fiesta en un desierto de Lima, en Perú, cuando aquí todavía no se podía trabajar debido a la pandemia. A horas de la civilización, montaron un festival increíble en medio de la nada. 

Por cierto… ¿Cuál ha sido la fiesta de tu vida?

El cierre de Space en 2016, sin duda. Pinché en el parking, antes de artistas como Carl Cox, que cerró, y Steve Lawler. Acabé mi set  con una producción mía (‘Smashing Up’) y no pude evitar las lágrimas. Aquella ha sido la sesión más emotiva de mi vida por todo lo que significa Space para mí. Primero, como percusionista residente y luego por serlo también como deejay. 

Además de deejay, también eres productor…

Comencé alrededor de 2006. Me enseñó con el Reason un bajista argentino que conocí en una boda. Desde entonces hasta ahora, habré sacado unas 100 producciones con sellos como Defected, Toolroom, ElRow Music, Knee Deep In Sound y próximamente en uno de los sellos de Jamie Jones. Además, he hecho remezclas a artistas como Kerri Chandler, Dennis Ferrer, Roger Sanchez o Claptone. 

Actualmente, estoy centrado con mi sello, Too Many Rules, que llevo con la ayuda de mi mujer. Cuenta ya con 160 referencias y es mi particular visión de la música de pista de baile. Es el brazo que enseñas al mundo. 

Recientemente, hemos hechos eventos en Sidney (Australia) y Marsella (Francia) para reforzar la marca internacionalmente. 

La verdad es que nos llegan muchas producciones de artistas interesados en trabajar con nosotros. Tantas que no damos abasto. 

¿Dónde te podemos ver pinchar próximamente?

En estos momentos, tengo fechas programadas en clubs de Ibiza, Dubai (Emiratos Árabes Unidos), Australia, Londres (Reino Unido), Bali (Indonesia) y Jakarta (Indonesia). 

Por último, ¿Qué consejo le darías a alguien que está empezando?

Le diría que le pusiera pasión. No hay nada mejor en esta vida que dedicarte profesionalmente a lo que te gusta. El secreto de todo es ser constante, de pico y pala. 

La industria de la música es muy dura. Si te caes, tienes que levantarte y seguir. Considero que es mejor no tener grandes expectativas y dejar que todo fluya. Yo creo mucho en las energías. 

FAST CHECK 

Un deejay: Laurent Garnier

Un productor: Henrik Schwarz, Todd Terry, Armand Van Helden… ¡Hay muchos!

Un tema: Basement Jaxx “Fly life” 

Un estilo que no sea electrónica: soul

Un club: Space Ibiza

Un festival: We Are Festival (Inglaterra)

Una comida: la de mi madre, la de mi abuela y la de mi abuelo. Por ese orden (risas)

Una bebida: Agua y en verano, Coca-Cola Zero

Una película: ‘La vida es bella’ (Roberto Begnini, 1997) 

Una serie: ‘El príncipe de Bel-Air’

Un lugar para perderse: las afueras de Bali

Tommy M. Jaume

Licenciado en periodismo, y con experiencia en prensa escrita, radio y televisión. Mallorquinista de cuna y de tercera generación. Apasionado de la música (en especial la electrónica), del cine, de la historia, del deporte (sobre todo del wrestling, la lucha libre americana) y de todo lo que tiene que ver con el misterio.

J. Fernández Ortega

Foto-Periodista especializado en politica, cultura y tendencias. Director de todo esto ( lasiestamagazine.com ). Vivo cerca del paraíso, escribo bajo la mirada de un objetivo, juego cabalgando sobre la luz, viajo para nutrirme de colores y siempre con poco equipaje.

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