En Palma, el Kiosco Mundial, también conocido cariñosamente como el Mundial o el Chiringuito, dejó una marca imborrable en la memoria colectiva de sus habitantes. Situado en los actuales Jardines de Joan Alcover, en la Plaza de la Reina, este kiosco no solo fue un lugar de encuentro y tertulias, sino también un símbolo de la evolución arquitectónica y cultural de la ciudad a lo largo del siglo XX.
Orígenes y Primeros Años
El Kiosco Mundial tuvo sus humildes comienzos a principios del siglo XX. En una época en que Palma estaba en plena transformación, la Plaza de la Reina, entonces llamada Plaza de la Libertad, albergaba un modesto quiosco de madera. Este pequeño establecimiento, dedicado a la venta de refrescos, era similar a muchos otros dispersos por la ciudad. Sin embargo, en 1905, el pequeño empresario Bernat Cortés Fuster obtuvo la concesión para gestionar este quiosco. Bajo su dirección, el establecimiento comenzó a expandirse, reflejando las crecientes necesidades de la comunidad.

En junio de 1914, coincidiendo con la inauguración del nuevo ajardinamiento de la zona por parte del Ayuntamiento de Palma, Cortés erigió un nuevo quiosco. Este nuevo establecimiento, aunque más grande y con una terraza exterior, aún no poseía el valor arquitectónico que caracterizaría a su sucesor.
La Transformación en el Mundial
El verdadero cambio llegó en 1924, cuando Bernat Cortés propuso al Ayuntamiento la construcción de un nuevo edificio que reemplazara al anterior. Este nuevo quiosco se completó a mediados de ese año y se convirtió en un notable ejemplo de la arquitectura del hierro. Su estructura octogonal irregular, con amplios ventanales y una estética cercana al Modernismo, combinaba elementos de templete e invernadero.
La planta baja continuó su función como quiosco de refrescos, mientras que la planta superior albergó una librería con sala de lectura y venta de prensa extranjera. Este nuevo diseño no solo embelleció la plaza, sino que también elevó el estatus del quiosco, que fue bautizado como el Kiosco Mundial. El Mundial se convirtió rápidamente en uno de los principales puntos de encuentro y tertulias locales, siendo frecuentado por ciudadanos y turistas por igual.
Un Punto de Referencia en Palma
La ubicación estratégica del Kiosco Mundial en pleno centro urbano de Palma, cerca de lugares emblemáticos como el Paseo del Borne, la Almudaina, el Círculo Mallorquín (actual Parlamento Balear), el Teatro Lírico y el Hotel Alhambra, lo convirtió en un icono de la ciudad. Su proximidad al puerto, principal punto de llegada a Palma en aquella época, lo hacía aún más accesible y popular.
El Mundial se destacaba no solo por su función práctica, sino también por su valor estético. Apareció en numerosas tarjetas postales de la época, siendo reconocido como uno de los elementos arquitectónicos más vistosos de la ciudad. Sin embargo, con el tiempo, el quiosco comenzó a sufrir el desgaste natural y la adición de varios paneles publicitarios en su fachada deterioró su apariencia artística.
Declive y Demolición
A medida que avanzaban los años, el Kiosco Mundial enfrentó una serie de desafíos. En 1933, Bernat Cortés cedió la concesión del quiosco a otros empresarios, quienes no lograron mantener ni mejorar la condición del edificio. La opinión pública, que una vez había celebrado el quiosco, comenzó a volverse en su contra, considerándolo un estorbo para los planes de expansión de los Jardines de Joan Alcover.
Finalmente, en 1949, con la concesión municipal caducada y bajo la excusa de una reforma urbanística de la zona, el Kiosco Mundial fue derribado. Su demolición marcó el fin de una era y dejó un vacío en el corazón de Palma.
Legado y Memoria
Aunque el Kiosco Mundial ya no está presente físicamente, su legado perdura en la memoria de aquellos que vivieron su época dorada. Este quiosco no solo representó un punto de encuentro y un centro de cultura en Palma, sino también un ejemplo de cómo la arquitectura puede influir en la vida social de una ciudad. Hoy, los Jardines de Joan Alcover ocupan el espacio donde una vez se alzó el Kiosco Mundial, pero la historia de este emblemático lugar sigue viva en las historias y recuerdos de los palmesanos.
Los kioscos de prensa de Mallorca, aunque no tan majestuosos como el Kiosco Mundial, continúan siendo una parte esencial de la vida diaria en la isla, adaptándose a los cambios y desafíos del mundo moderno. El recuerdo del Mundial nos invita a reflexionar sobre la importancia de preservar y valorar estos espacios urbanos que, aunque modestos, forman parte integral de nuestra identidad cultural y social.