¿Cómo y cuándo empezaste a pinchar?
Todo empezó por mi hermano Arcadio, que es doce años mayor que yo. Él compaginaba sus estudios con el trabajo. Recuerdo que con su primer sueldo se compró un tocadiscos que sonaba todo el tiempo, ya que no paraba de hacerse con nuevos vinilos (risas).
Poco después, comenzó a trabajar en Luna. Era 1987 o 1988. Yo, por entonces, tenía unos 12 años y, con mis amigos, escuchaba el ‘hip-hop’ que sonaba en aquella época. Hasta que, un buen día, trajo a casa una cinta que habían grabado por la noche en la discoteca. En aquellos años, las sesiones no eran exclusivas de un solo estilo. Se mezclaba de todo.
Al año siguiente, cuanto terminé octavo, hice mis primeros pinitos gracias a un amigo del colegio que tenía un hermano mayor con una mesa para mezclar y unos Technics. Eso sí, no eran profesionales. De hecho, el ‘pitch’ tan solo te dejaba subir o bajar un dos por ciento. Entonces, me empecé a interesar por el mundillo. Me llamaba mucho la atención lo que hacían los deejays, sobre todo los ‘scratchs’ de los que pinchaban ‘hip-hop’. Aunque bueno, yo nunca aprendí a hacer la técnica del cangrejo.
Ese mismo año, en 1988, escuché ‘house’ por primera vez. Me acuerdo de que nunca me perdía el programa ‘Party Zone’ de la MTV. También grababa lo que ponían en la radio.
Poco después, al empezar 1º de BUP, comencé a ir a discotecas para observar como pinchaban. Era gracioso, porque yo no le pedía permiso a mis padres, sino a mi hermano mayor, que conocía a todo el mundo de la noche.
-¿Cuándo arrancó tu carrera como deejay?
Pues supongo que fue un sábado de agosto de 1990 cuando decidí ir con un amigo a la gala de tarde de Luna. Todavía no tenía ni 15 años. Aunque bueno, ya había ido un par de veces antes, con otro chico que iba a mi clase tras repetir dos veces de curso. Pedí permiso en casa y me lo dieron, hasta las nueve de la noche. Fue muy divertido, ya que, una hora antes de que abrieran, nosotros ya estábamos haciendo cola (risas).
Cuando llegó el momento de entrar, le di al portero dos VIPS que le había cogido a mi hermano mayor. No lo sabía, pero eran, evidentemente, para la noche. Tras reconocerme, nos dejó pasar.
Aquella noche, mi hermano me presentó a todo el mundo. En un momento dado, el director (Moncho Quintana) me llamó para proponerme si quería pinchar allí, ya que le habían dicho que me gustaba mucho la música.
Recuerdo que fui corriendo a contárselo a mi hermano. Él ya lo sabía. Me miró y tan solo me puso la condición de no suspender en el instituto.
-¿Recuerdas tu primer bolo?
Por supuesto. Fue el 24 de agosto de 1990 en Luna. Yo tenía 15 años y, si te digo la verdad, no sabía pinchar. Pero bueno, me pusieron a abrir. Ten en cuenta que, en aquella época, había una jerarquía con el encargado de las luces, su ayudante y el jefe de cabina, que era Isidro.
Cuando yo empecé en aquellas inolvidables galas de tarde, mi misión era abrir, pinchando una hora y luego hacer luces. Recuerdo que, para aprender, me pasaba todo el tiempo mirando como mezclaban los otros discjokeys.
Guardo muy buen recuerdo de esos seis años en esa sala. Luego, en abril de 1996, pasó a llamarse Pachá. Entonces, fue cuando definí mi estilo, ya que, hasta entonces, era un deejay de gala de tarde. Llegué a poner hasta poner música española (risas).
-Entonces, supongo, es cuando cambió tu carrera…
Efectivamente. Me hicieron jefe de cabina o deejay principal en Pachá. Confiaron en mí, porque era la misma dirección, asociada con los hermanos Robledo, y me conocían. Tenía tan solo 21 añitos.
En esa época, decidieron pasar las galas de tarde a los domingos. Fue todo un acierto, porque aquellos seis años, de 1996 a 2002, ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida.
Recuerdo que me pasaba los días en casa de amigo Ernesto, que era uno de los residentes de Bellmon junto a Fernando Cerviño y Francesco ‘El católico’, pinchando solo ‘house’. Gracias a ellos, pude definir mi estilo.
No hay que olvidar que, en aquellos años, los deejays se dividían entre los que pinchaban música más comercial y los que lo hacían en afters, como Ángel Costa, Isaac Indart o César del Río. Lo pienso ahora y me hace gracia.
-Por lo que me cuentas, Pachá fue un trampolín…
Por supuesto. Recuerdo que en verano de 1996, justo después de que abrieran Pachá en Palma, la dirección me llevó a Ibiza para que me empapara de la música que sonaba allí. Entonces, fue cuando conocí a Pippi. Fue muy amable conmigo y me regaló muchos discos, en una época en la que los promos llegaban tres o seis meses antes de que salieran al mercado. Eso, marcaba la diferencia.
Además de como deejay, también me abrió las puertas para hacer ‘bookings’. Recuerdo que vinieron a la gala de tarde el propio Pippi y Smokin’ Jo, entre otros muchos artistas. También vino DJ Chus, quien más tarde me invitó, junto a Pepe Link, a Kapital (Madrid) en el que fue mi primer bolo fuera de la isla, un jueves de 1998. Nosotros estuvimos en la sala pequeña, ya que en la grande pinchaba Kenny Hawkes, en paz descanse.
Luego, un año más tarde, llegó mi primera actuación fuera de España. Fue en Suiza, gracias al propietario del Purple Music.
Cambiando de tema, ¿Quiénes han sido, o son, tus principales referencias?
Como productores, de Detroit siempre me han gustado mucho Carl Graig y Underground Resistance. De europeos, me quedaría con Henry Schwartz en sus inicios. Tampoco puedo olvidarme de Osulande, ya que a mí siempre me han gustado los ritmos africanos. Su manera de mezclar los sonidos ‘afro’ con la electrónica me ha influido mucho a la hora de producir.
También los que son, de alguna manera, los pioneros del ‘house’ como Todd Terry o Masters At Work.
Dentro del house, ¿Con qué estilo te sientes más cómodo?
Yo siempre digo que pincho ‘house’ en mayúsculas. No me gusta el que es cuadriculado. Para mí, tiene que tener ‘grooves’ y alma. Además, debe transmitirme alguna emoción o energía. De lo contrario, no me interesa.
Cuando pincho, de alguna manera interiorizo los temas que pongo, desde el primer hasta el último bongo. Creo que es muy importante conocer lo que pinchas para poder sacar mayor partido a tu sesión.
Durante tu carrera, has compartido cabina con algunos de los más grandes. ¿Cuál ha sido el que más te ha sorprendido técnicamente?
Gracias a Pachá Ibiza, y a las fiestas de Ministry of Sound de Deffected Records, he pinchado con gente a la que admiro como ‘Little’ Louie Vega, Joey Negro, Erick Morillo, que era una máquina técnicamente, o Frankie Knuckles, en paz descansen ambos.
Pero nadie me ha dejado más flipado que Karizma. Fue en una fiesta que un promotor alemán hizo, antes de una navidad, simultáneamente en tres salas: Level Club, Underclub (Discoteca Victoría) y Kingkamehameha. Sus habilidades con los reproductores, como que moviera los ‘hot cues’, me dejó alucinado. Era algo que, en aquella época, también hacía Dj Spen.
Recuerdo que, esa noche, también vino Pippi. A mí me tocó cerrar, después de Karizma, y me sentía abrumado por su técnica. Tanto, que no sabía qué hacer (risas).
La verdad es que aquella ‘master class’ me ayudó a ponerme las pilas y aprender cosas que no sabía.
Imagino que después de tantos años tendrás muchas anécdotas…
Una muy especial fue el diciembre del año pasado en Kenia. Fue en una fiesta que organizaba el dueño de un club en la azotea de un centro comercial que suele utilizarse como parking. Allí, montan una carpa cerrada para mil personas y habilitan un equipo Funktion-One. La experiencia de hacer bailar a africanos con mi ‘afro house’ fue como un sueño hecho realidad.
Otra no tan agradable tuvo lugar en Albania, en 2000 o 2002, en un evento que organizaba Lucky Strike en una especie de pirámide. Aquel día quise hacer un ‘sound check’ y, al llegar, me encontré que los platos no tenían patinadores. Se lo expliqué como pude al promotor y, para mi sorpresa, la solución del tío fue ir a buscar una falda de su abuela o de su tía (risas). Al volver, me pidió un disco para poner la tela debajo y cortarla. En aquel momento, mi agente le dijo que nos íbamos al hotel y que nos avisara cuando los tuviera. Finalmente, los alquiló a una emisora de radio. Este ejemplo es perfecto para explicar la precariedad que había en muchos clubs, sobre todo en ciudades del este de Europa como Tirana, en aquellos años.
Cuando volvimos al club, en el que había dentro unas mil personas, fue bajar del taxi y escuchar como estaban pinchando ‘drum and bass’. La verdad es que no entendía nada, porque yo era el siguiente en el ‘line up’. Pero aquí no acaba todo. Al arrancar mi sesión, todo estaba vibrando, así que no pude pinchar con vinilos. Menos mal que llevaba cd’s y que había unos reproductores de esos antiguos.
Al cabo de una hora, me hicieron parar porque había un sorteo de Lucky Strike. Cuando volví, a la segunda canción me había quedado solo. Después, el promotor me reconoció que la gente había llenado el local en busca de tabaco gratis.
Afortunadamente, cuando regresé a Albania en 2016, todo había cambiado. La gente ya estaba totalmente volcada con la música y con la cultura de club.
¿Cuál ha sido la fiesta de tu vida?
La que organizo anualmente, desde 2015, para celebrar mi cumpleaños. Los últimos años ha sido en una bodega en Banyalbufar y es muy especial. Además, pincho yo durante toda la noche. Es mi manera de agradecer a la gente su presencia. Ese es el mejor regalo que me pueden hacer.
A pesar del parón por el Covid, la fiesta ha ido creciendo y estos dos últimos años han sido increíbles. El ambiente que allí se respira de amor y de positividad es poco usual.
Dejando de lado sentimentalismos (risas), nunca olvidaré la primera vez que fui a pinchar a Japón. Fue en Air, una discoteca cuyos dueños abrieron luego Womb. Era 2006 y, aunque ya llevaba 16 años pinchando, me llamó mucho la atención el respeto de la gente a la música y al deejay. Aquella cultura de club me fascinó.
Además de deejay, también eres un reconocido productor …
La verdad es que nunca he tenido unos Technics en casa. Mis primeros ahorros, junto a algo que me dieron mis familiares, los empleé para comprarme mi primer ‘sampler’ y mi primer sintetizador. Tenía unos 16 años.
La persona que me introdujo en el mundo de la producción fue Pedro Trotz. Era vecino mío y siempre escuchaba lo que hacía. Era una época en que solo podías secuenciar con un Atari o el Commodore Amiga, que fue el que me compró mi padre.
Poco después, me junté con un amigo que sabía tocar el piano. De esta manera, ambos empezamos a producir maquetas. Me acuerdo de que la primera se la dimos a César de Melero, porque él tenía contacto con el sello Blanco y Negro.
Años más tarde, en 1996, hice una versión ‘house’ del tema “Somebody Else’s Guy” de Jocelyn Brown, ya que, la original me quedaba muy lenta para poner pinchar en mis sesiones. Entonces fue cuando, gracias a mi amigo Ernesto, conocí a Concha Buika. Recuerdo que quedamos en el Bar Cristal, en la Plaza de España, y que enseguida aceptó nuestra propuesta.
Tuvimos la mala suerte que, justamente, CeCe Peniston también hizo una version del mismo tema. Así que la nuestra se quedó por allí tirada, hasta que Juan Campos empezó a ejercer de productor para Max Music de deejays mallorquines como Isaac Indart, con el mítico “I like the work you work it!”, o Javi de Colors. Algo similar ya lo había hecho antes Kiko Vinilo de La Rioja con César de Melero, Fernando Gullón o Carlos Moreno.
No sé si fue idea suya, de Juan Campos, pero al final hicimos una versión ‘dub’ del tema que habíamos grabado Concha (Buika) y yo. También tuvimos que hacer una version ‘mákina’, que detesto y que firmó el propio Juan. Lo llamamos “Elements Inc”.
Para mí, ese disco no cuenta. Considero que mi primer tema fue el “Ritmo Para Vocé”, que salió al mercado en el año 2000 con Flamingo Records, el sello del que fue mi socio durante tres años, Daniel Klein. También cuenta con la voz de Concha, que vino al estudio a grabar tras ser madre. Incluso, literalmente, daba de mamar (risas).
Desde entonces hasta ahora, calculo que, entre temas propios, álbumes completos y remezclas, tendré más de 200 producciones. Además, desde 2018 también cuento con mi propio sello, llamado Afroterraneo. En total, ya cuenta con 61 referencias con artistas como Kyoday (Wagon Cookin’) o Roman Jack.
Por cierto, tengo entendido que tu hijo mayor debutó como discjockey en el 25 aniversario de ‘El Garito’…
Pues sí (risas). Mi hijo mayor, Hugo, que tiene 13 años, quiso aprender a mezclar. El otro, que se llama Marco y tiene 9, parece que no le llama tanto la atención.
Ambos me han visto pinchar desde que nacieron. Incluso, recuerdo que en mi cumpleaños de 2014, que celebré con un fiestón en La Ponderosa, mi mujer estaba embarazada de Marco. Aquel día, Hugo se puso conmigo en la cabina para meter efectos.
Hace dos años hizo lo mismo, también en mi cumpleaños. Entonces, decidió aprender con un equipo que nos dejaron. Hoy en día, enseñar la técnica para pinchar en digital es muy fácil. Solo hace falta tener un sentido básico del ritmo.
Este año ya ha mezclado su propia selección e incluso me ha descubierto canciones que luego me han servido para mis sesiones.
En el aniversario de ‘El Garito’, Paco Colombàs me comentó que iban a habilitar una zona para niños. Entonces, me propuso si Hugo quería pinchar. Él aceptó y estuvo una hora y media. Y no hizo ningún ‘caballito’ (risas). Le grabé su sesión y la quiso escuchar al llegar a casa.
¿Cómo ves la escena en la isla?
Me gustaría que la oferta fuera más diversa, ya que creo que falta mayor variedad de géneros. Al final hay mucho ‘mainstream’, pero echo en falta más opciones, sobre todo para las minorías. Y es que no hay fiestas de ‘hip-hop’ ni de ‘drum and bass’. Tampoco las hay ya de ‘house’ clásico.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Además de un nuevo proyecto con Buika que combina el ‘house’ con una banda en directo y que fue estrenado hace tan solo unas semanas en Barcelona, también tengo pendiente para estrenar una versión que hice de un tema de Camarón para el espectáculo ‘Exhibit’ del próximo año de Son Amar. Tenemos previsto grabar un videoclip allí.
Por otro lado, durante 2024 sacaré al menos cinco nuevos ‘singles’, entre los que se incluyen las nuevas versiones de “The Perfect Place” y “Mama Calling”, ambas con la voz de Buika.
Por último, ¿Qué consejo le darías a alguien que está empezando?
Lo primero que le diría es que, si quiere ser discjockey, tiene que amar mucho la música. Uno de mis puntos fuertes ha sido saber transmitir la música que pincho. Eso sólo se puede conseguir poniendo toda la energía que tiene. Es la forma más bonita de honrar la profesión.
También le diría que no siga las modas y que sea honesto con lo que pincha. Es decir, que no ponga un disco si no le gusta. Yo he dado clases y he podido comprobar, que hay gente que no tiene lo que hay que tener para ser discjockey, como yo tampoco sería capaz de hacer muchas cosas.
FAST CHECK
Un deejay: Laurent Garnier
Un productor: Osulande
Un tema: Soul II Soul “Keep On Movin’”
Un estilo que no sea electrónica: milimalismo clásico
Un club: Pachá (domingos tarde)
Un festival: Southport Weekender (Inglaterra)
Una comida: berejenas rellenas de mi madre
Una bebida: agua y cerveza
Una película: “Breakdance” (Joel Silberg, 1984)
Una serie: “Twin Peaks”
Un lugar para perderse: Mallorca