La falta de interés, ligada a los bajos niveles educativos, es la primera barrera a la participación cultural en España, especialmente entre los individuos con rentas más bajas, según se desprende del estudio ‘El consumo cultural: ¿cuestión de gusto, o de precio?’, publicado por el Observatorio Social de ‘la Caixa’
Caso de los espectáculos en directo, como conciertos u obras de teatro, la causa de no asistencia más importante para las personas de rentas más bajas no son las restricciones económicas, sino la falta de interés. Sin embargo, las personas con mayor nivel adquisitivo esgrimen los motivos económicos y de restricción de la oferta como las causas principales de su no asistencia.
Del mismo modo, en lo que se refiere a las visitas a lugares de interés cultural como monumentos, museos o galerías, el desinterés de las personas con renta más baja alcanza el 36,3% y el de los más ricos, el 1,1%, seguidos en ambos casos por la falta de renta y la de oferta como causas principales de la no participación.
Sin embargo, el papel que desempeñan los distintos tipos de barreras se invierte en caso del cine, donde la falta de renta es la primera razón para no acudir a las salas entre los más pobres, mientras la falta de interés se esgrime en el 9,9% de los casos. En este tipo de entretenimiento, los papeles se intercambian ya que los más ricos explicitan desinterés como argumento para no ir al cine en el 10% de los casos y afirman no poder permitírselo en el 1,5%.
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A MÁS EDUCACIÓN, MÁS PARTICIPACIÓN CULTURAL
Asimismo, en el informe se observa el «patrón esperado» respecto a la educación: los individuos con más estudios asisten con mayor regularidad a todos los tipos de espectáculos. No obstante, partiendo de porcentajes de asistencia muy similares para las tres actividades entre quienes tienen estudios primarios, el crecimiento de la asistencia es mucho mayor para el cine que para el resto conforme se incrementa el nivel educativo.
Además, especialmente en los espectáculos en directo, los autores observan una gran polarización, ya que la población se divide esencialmente entre «individuos de demanda alta» y «no asistentes absolutos», disminuyendo la probabilidad de no acudir nunca de forma muy acusada según la renta.
Los autores del estudio sugieren que, a corto plazo, y para reducir la importancia de las restricciones económicas, la política cultural debería combinarse con una política fiscal
Por ello, los autores sugieren que, a corto plazo, y para reducir la importancia de las restricciones económicas, la política cultural debería combinarse con una política fiscal que incluya, por ejemplo, reducciones de la imposición indirecta que soportan los bienes culturales o incrementos en las subvenciones a la producción de dichos bienes. Sin embargo, indican que si lo que se quiere es atacar el problema que supone la falta de interés, «la política cultural debería integrarse en la política educativa para mejorar el gusto por las artes».