Este domingo 30 de enero se celebra el Día Internacional del Croissant, una pieza de bollería de crujiente textura y un particular sabor entre dulce y salado, con un potente aroma a mantequilla. Versátiles y perfectos para consumir casi a cualquier hora del día
El croissant parece una pieza de bollería sin muchas pretensiones ni ingredientes exóticos, sin formas complejas ni acabados rebuscados, pero puede que sea precisamente en esa aparente sencillez donde resida la clave de su éxito. En realidad no es nada sencillo conseguir una masa hojaldrada con el punto justo de crujiente en todas las capas. El éxito está en que tiene el equilibrio perfecto entre dulce y salado, además es versátil y su tamaño puede ser variable
Se puede consumir con dulces como mermeladas o chocolates pero también con salado como fiambres o quesos. El Croissant, es liviano, no se hace pesado al comer ni digerir, por eso es apto para consumir a cualquier edad. Tampoco es empalagoso y mezcla muy bien tanto con el café de la mañana como con zumos de frutas o un buen queso manchego y jamón. Otro aspecto que lo hace muy interesante es el crunchy en cada uno de sus bocados, podríamos decir que no comer un croissant a mordiscos es un crimen, un producto tan perfecto y tan sencillo, que mejor ni tocarlo.