Schengen la Europa sin fronteras que cambió la historia de la integración

El 26 de marzo de 1995, Europa dio un paso de gigante. Siete países decidieron abrir sus fronteras interiores y derribar las barreras físicas y simbólicas que los separaban. Así nació el espacio Schengen, una de las iniciativas más ambiciosas y controvertidas de la Unión Europea. Hoy, casi 30 años después, sigue siendo uno de los grandes logros de la integración europea.
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La historia de Schengen, como tantas otras gestas europeas, comenzó en un pequeño pueblo a orillas del Mosela. Fue allí, en Schengen (Luxemburgo), donde en 1985 cinco países —Francia, Alemania, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo— firmaron un acuerdo que prometía acabar con los controles fronterizos internos y facilitar la libre circulación de personas. Una promesa que se materializó diez años más tarde, el 26 de marzo de 1995, cuando Alemania, Bélgica, España, Francia, Países Bajos, Luxemburgo y Portugal eliminaron los controles en sus fronteras comunes. Había nacido oficialmente el espacio Schengen, la llamada Europa sin fronteras.

Qué es el espacio Schengen y por qué cambió Europa para siempre

Desde su creación, el espacio Schengen representa mucho más que la supresión de controles fronterizos. Supone la concreción de uno de los principios fundamentales de la Unión Europea: la libre circulación de personas. Hoy, esta zona incluye a 27 países y permite que más de 420 millones de ciudadanos europeos puedan desplazarse libremente, sin necesidad de mostrar el pasaporte ni someterse a inspecciones en las fronteras interiores.

El nacimiento de Schengen en 1995 no solo facilitó los viajes de ocio o negocio, sino que transformó radicalmente la vida diaria de millones de personas. Trabajadores transfronterizos, estudiantes, transportistas y turistas encontraron en este espacio un modelo de movilidad que hasta entonces era impensable. Se calcula que, cada día, se producen más de 3,5 millones de cruces fronterizos dentro de Schengen, reflejando su importancia tanto económica como social.

Para los buscadores, qué es Schengen y qué países forman parte de Schengen son algunas de las consultas más habituales. Y la respuesta es clara: Schengen es el resultado de una cooperación reforzada entre Estados miembros de la Unión Europea y países asociados, que permite viajar libremente y garantiza un control coordinado en las fronteras exteriores.

Los objetivos políticos detrás de Schengen la Europa sin barreras

El objetivo político del acuerdo era doble. Por un lado, reforzar la integración europea y facilitar la vida de los ciudadanos, eliminando obstáculos al mercado interior. Por otro, promover un espacio de confianza mutua entre los Estados miembros, que compartieran la responsabilidad en materia de seguridad y control migratorio.

La desaparición de los controles internos obligó a establecer medidas comunes en las fronteras exteriores, y a crear herramientas como el Sistema de Información Schengen (SIS), una base de datos compartida entre los países miembros que ayuda a luchar contra la delincuencia transfronteriza y controlar los flujos migratorios. Además, Schengen se convirtió en un símbolo de unidad, comparable al euro: una muestra tangible de que la Unión Europea puede superar las barreras nacionales en favor de un proyecto común.

Crisis migratorias y amenazas a la seguridad los retos que desafiaron Schengen

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Sin embargo, el camino de Schengen no ha estado exento de desafíos. La crisis migratoria de 2015, con la llegada masiva de refugiados desde Siria y otros países, puso a prueba la solidez del sistema. Varios Estados reintrodujeron controles temporales en sus fronteras interiores, generando dudas sobre el futuro del espacio Schengen.

A esta crisis se sumaron los atentados terroristas en París y Bruselas, que aumentaron la presión sobre los gobiernos europeos para reforzar la seguridad interior. Y, más recientemente, la pandemia de COVID-19 obligó al cierre temporal de muchas fronteras, rompiendo con el principio de libre circulación que define a Schengen.

Pese a estos episodios, el espacio Schengen ha demostrado una resiliencia notable. La cooperación en materia de seguridad se ha intensificado, y la agencia Frontex ha ganado protagonismo en el control de las fronteras exteriores. Además, la Comisión Europea trabaja en una reforma del sistema de asilo y migración, que busca repartir de manera más equitativa la carga entre los Estados miembros.

Qué países forman parte del espacio Schengen en la actualidad

En la actualidad, el espacio Schengen abarca 27 países europeos, de los cuales la mayoría son miembros de la Unión Europea. Sin embargo, también participan países no comunitarios como Noruega, Islandia, Suiza y Liechtenstein. Por el contrario, Irlanda, aunque miembro de la UE, mantiene controles fronterizos y no pertenece a Schengen. Tampoco forman parte Rumanía y Bulgaria, aunque se encuentran en proceso de adhesión progresiva.

Una lista completa de los países de Schengen en 2025 incluye: Alemania, Austria, Bélgica, Chequia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal, Suecia, Noruega, Islandia, Suiza y Liechtenstein. Desde marzo de 2024, Rumanía y Bulgaria han comenzado a integrarse parcialmente en el espacio, eliminando los controles en sus fronteras aéreas y marítimas.

Schengen hoy más que un espacio sin fronteras una pieza clave de la identidad europea

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Casi 30 años después de su puesta en marcha, Schengen se mantiene como uno de los logros más emblemáticos del proyecto europeo. Más allá de sus beneficios prácticos, se ha convertido en un símbolo de confianza mutua, cooperación y unidad entre los países europeos.

A pesar de los desafíos, el espíritu de una Europa sin fronteras internas sigue vigente. La libre circulación de personas es ahora un derecho fundamental de los ciudadanos europeos, y el espacio Schengen, con sus 420 millones de beneficiarios, es una de las zonas de libre tránsito más grandes del mundo.

El futuro de Schengen dependerá de la capacidad de la Unión Europea para gestionar sus fronteras exteriores de manera eficaz y garantizar la seguridad interna, sin renunciar al principio fundacional de libertad de movimiento. Mientras tanto, Schengen continúa siendo un modelo admirado y, para millones de europeos, una realidad cotidiana que les permite vivir, trabajar y viajar en un continente más unido que nunca.

J. Fernández Ortega

Foto-Periodista especializado en politica, cultura y tendencias. Director de todo esto ( lasiestamagazine.com ). Vivo cerca del paraíso, escribo bajo la mirada de un objetivo, juego cabalgando sobre la luz, viajo para nutrirme de colores y siempre con poco equipaje.

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