La ceremonia de entrega de los Premios Ramon Llull 2024, enmarcada dentro de la celebración del Día de les Illes Balears, dejó momentos para el recuerdo, pero también otros que pasaron desapercibidos y merecen ser contados. Aunque la gala transcurrió sin grandes incidentes, las verdaderas historias se vivieron entre bambalinas, en los pasillos del Consolat de Mar y en los corrillos del patio posterior.
Porque si algo caracterizó la noche fue la rapidez de la entrega de premios frente a los discursos que parecían no tener fin. Palabras y más palabras, algunas inspiradoras, otras reiterativas, mientras los premiados esperaban el momento para recibir los abrazos de sus familiares y amigos.

Moda y ausencias notables: entre el acierto y la indiferencia
Si algo quedó claro en la alfombra roja (aunque metafórica, porque alfombra roja no hubo), es que el estilo lo pusieron las mujeres. La familia Piñero se llevó todas las miradas, seguidas de María Luisa Cava de Llano, ex Defensora del Pueblo, la doctora Dora Romaguera, y la modelo Helen Lindes quienes supieron combinar elegancia y presencia.
Entre los hombres, destacó el diseñador ibicenco Tony Bonet, con sus característicos colgantes, que no dejaron indiferente a nadie. Rudy Fernández, uno de los premiados, se presentó con un sobrio traje azul oscuro y camisa blanca, en una imagen, esperando su medalla de oro sentado en la butaca de premiados, recordaba a un jugador en el banquillo del Real Madrid esperando su turno en la cancha.
Pero si algo se echó en falta en la gala fue la chispa del glamour, la presencia de una de sus grandes protagonistas: Victoria Luengo. La actriz, a pesar de haber sido galardonada, no se dejó ver. Y no por falta de interés, sino por una agenda repleta que la mantiene alejada de su tierra más de lo que a sus seguidores les gustaría.




Héroes anónimos y emociones en el escenario
El momento más emotivo llegó cuando se reconoció la labor del contingente balear desplazado a Valencia tras la DANA del pasado octubre. Un premio más que merecido que provocó un largo y sentido aplauso de los asistentes.
Otros galardonados incluyeron nombres de peso como la investigadora en nutrición Dora Romaguera, el humorista Agustín Martínez ‘El Casta’, el ingeniero agrónomo Joan Rallo, el diseñador ibicenco Tony Bonet, el atleta paralímpico Joan Munar y la Fundación Vicente Ferrer, representada por Anna Ferrer.
Las entidades premiadas no se quedaron atrás: la Asociación de Madres y Padres de Personas con Discapacidad (Amadiba), el Grupo Piñero, la Escuela de Música y Danzas de Mallorca, la Cofradía de Pescadores de Formentera y la Congregación Salesiana de Ciutadella también fueron reconocidas por su labor.
Entre música y política: las conexiones que dejó la gala










En el apartado musical, la noche contó con la presencia del barítono Simón Orfila y del incombustible Tomeu Penya, quien logró que el político Lluís Apesteguia no solo escuchara, sino que tarareara ‘Illes dins un riu’, mientras el resto del público se sumaba al ritmo de la canción.
El cierre del evento estuvo a cargo de un grupo de la Escola de Música y Danzas Bartomeu Ensenyat, que puso el broche final con una bullanguera que fue bailada por su premiado, celebrada, coreada y aplaudida.
Pero la verdadera política, la que no se vio en los discursos oficiales, se jugó en el patio del Consolat de Mar. Allí, tras la ceremonia, los asistentes intercambiaron opiniones, risas y, en algunos casos, miradas de desconfianza. Los consellers del Govern charlaban con los invitados, mientras que el principal partido de la oposición hacía piña con Armengol.
Los encuentros informales y las conexiones del evento
Entre los asistentes destacaron algunos nombres del mundo empresarial y cultural. Se pudo ver al pastelero Lluís Pérez, al CEO del Mallorca Live Festival, Álvaro Martínez, y al teniente de alcalde de Cultura de Palma, Javier Bonet, departiendo amigablemente. También estuvo presente Raquel Arañón, quien se prepara para la quinta edición del Mallorca Design Day.
En el mundo de la moda, la gran protagonista de la noche fue, sin duda, Marga Prohens, quien lució un diseño del premiado Tony Bonet, acompañado por unos pendientes de la joyera ibicenca Elisa Pomar.
Un evento que deja sabor institucional, pero poco brillo
La ceremonia de los Premios Ramon Llull ha sido, como cada año, un reconocimiento a la excelencia en diversos ámbitos. Sin embargo, el evento dejó una sensación de previsibilidad y ausencia de emoción genuina en algunos momentos. Con discursos más largos que el propio acto y una puesta en escena carente de grandes sorpresas, la gala cumplió su propósito sin más.
¿La gran conclusión? Un evento más institucional que espectacular, donde lo realmente interesante ocurrió fuera del foco de las cámaras.