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Igor Tchkotoua (Pig&Dan): “Los deejays sin auriculares, sus sesiones pregrabadas y las controladoras se están cargando la escena”

Igor Tchkotoua Salas (Palma de Mallorca, 1976), es la mitad del dúo Pig&Dan y uno de los principales embajadores de nuestra isla en la música electrónica a nivel mundial. Productor de sellos como Coccoon, Drumcode, Soma, Crosstown Rebels, Dynamic, Get Physical, Defected o Bedrock, ha pinchado en clubs tan míticos como Space, Amnesia, Pachá, Crobar (Argentina) o Womb (Tokyo) y en festivales como Tomorrowland, Ultra Miami y Awakenings, donde ha compartido cabina con los deejays más punteros del planeta. En pleno otoño, hemos hablado con él para conocer una trayectoria que empezó siendo un niño y que le ha permitido llevar la bandera de Mallorca por todo el planeta.

¿Cómo y cuándo empezaste a pinchar?

Yo siempre he tenido una conexión especial con la música. Recuerdo que, a los ocho años, ya tenía un tocadiscos y me compraba vinilos de la época, de artistas como RUN-D.M.C. o Salt-N-Pepa. Luego, me mandaron a un internado, donde estaba rodeado de chicos de diferentes culturas. Aquello me hizo descubrir nuevos estilos. 

Poco después, a los 12 o 13 años, ya grababa cintas a mis amigos con una doble platina de casetes. Supongo que aquellas fueron mis primeras mezclas (risas). Había desde ‘hip-hop’ hasta ‘rock’ pasando por U2. 

A medida que crecía, me iba interesando por otros estilos. Entre ellos, el ‘hardcore’ y aquellos inolvidables recopilatorios del ‘Thunderdome’ o ‘Trancemania’. 

A los 16 años, empecé a salir por Palma. Recuerdo ir a Factory a ver a Isaac (Indart) y a Bellmon, aquella sala de electrónica que abrieron en Bulevar (Mediterráneo), donde los sábados, pinchaba Francesco ‘El Católico’. A mí, me fascinaba como lo hacía. Era, y es, un genio. 

Tras conocernos, un día me invitó a su casa. Allí empezó todo. Francesco me enseñó las bases para pinchar y me obsesioné (risas). Poco tiempo después, me compré una mesa Pioneer-800, de esas grises con dos canales, y mis primeros platos, unos de correa. Creo que son muy buenos para aprender, ya que tenías que ser muy fino con las mezclas para que el disco no se fuera. Luego, cuando te cambias a unos Technics, estos van solos (risas). 

Además de enseñarme a pinchar, Francesco también tenía un estudio, donde pude hacer mis primeros pinitos como productor. Sin duda, fue mi maestro. 

A los 18 años, me fui a estudiar empresariales a Londres. Me llevé allí mi equipo y me monté la cabina en el salón de casa, donde me pasaba horas y horas practicando. Recuerdo que, todo lo que daban en casa para comer, me lo gastaba comprando vinilos en Soho o Camden. 

¿Recuerdas tus primeros bolos?

Mis primeros bolos fueron en fiestas universitarias en Londres que se hacían en clubs boutiques. Por entonces, pinchaba ‘speed garage’ como Dj IT, en honor a mis iniciales (risas). 

En Mallorca, empezamos a organizar las fiestas de la luna llena en Cala Deià. Pero eso, que empezó con una fiesta de amigos para amigos, se nos fue de las manos. Con el paso de los años, tuvimos que dejarlas de hacer porque ya venían centenares y centenares de personas desde diferentes puntos de la isla. Incluso llegó a salir en prensa. Aquello era mágico y auténtico, en una época en la que no había móviles grabando y redes sociales. Antes, la gente salía solo a bailar. 

Además, también coincidió con la apertura del Basement, un club en el que aprendimos muchos. Por entonces, Dushan, Manolo, Tata, Tato y yo pinchábamos un rollo muy diferente al resto. Era un sonido más moderno, gracias a los discos que comprábamos en Alemania o Londres. 

¿Y cuándo empezaste a producir?

– Tras dejar Londres, me fui a trabajar a un estudio de rock duro en Alemania. Allí aprendí mucho en el tema de la producción. Luego, ya me monté mi propio estudio en casa. 

En esa época, conocí a un teclista llamado Ruspel. Formamos un proyecto llamado Tropical 39. Era algo muy experimental, con ‘house’ y toques de jazz. 

Durante aquellos tiempos, yo ya había dejado de pinchar ‘speed garage’. Por entonces, mezclaba un rollo ‘tech house’ y ‘progressive’. Hasta que un viaje a Colonia, cambió mi manera de entender la música. Fue una noche en la que pinchaba Sven Väth. Me acuerdo incluso de la cabina, que era como una araña robótica gigante, algo que jamás había visto. Ten en cuenta que eso fue hace más de veinte años (risas). 

Aquella noche, me enamoré de aquel sonido, ese techno melódico, que me hizo bailar y viajar sin parar durante varias horas. Entonces, decidí que quería producir ese rollo. 

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¿Ya conocías a Dan?

– Nosotros nos conocimos en un avión que salía de Londres con destino a Palma. Él se sentó delante de mí y apenas intercambiamos unas palabras. 

Pasó el tiempo y, cuatro años después, nos presentaron. Lo hizo mi amigo Aarón, que es como mi hermano. En esa época, me pasaba los días en su casa de Capdepera pinchando en el interior de una especie de bóveda, donde habilitaron una cabina y hasta un sofá. De hecho, fue su madre Julia, que en paz descanse, la que me puso lo de ‘Piggy’. Y es que ella, además de gustarle tanto la música electrónica que un día la llevamos a Space, era una gran cocinera. Me acuerdo de que hacía unas espectaculares hamburguesas de tofu con pan de pita, a las que yo les metía mogollón de queso y mucha mayonesa. Así nació mi apodo (risas).

Con Dan, la química fue instantánea. Nos reunimos en su casa de Cala Major, donde tenía su estudio. En apenas uno o dos días, ya teníamos lista nuestra primera producción. Aquello fue algo del destino. Estamos tan conectados, que nuestros padres fallecieron hacen unos años con apenas un mes de diferencia. Si lo piensas, en cuestión de probabilidades, es muy ‘heavy’. 

¿Cuántos temas llevas producidos?

– Yo he calculado que, entre ‘tracks’ propios y remezclas, tendré unos mil. Te lo digo de otra manera: si pusiera solo temas de Pig&Dan, podría pinchar hasta tres días seguidos sin parar. 

Llevamos 21 años juntos y, a pesar de algunos altibajos, seguimos juntos. Somos como una pareja o un matrimonio, y los discos son nuestros hijos (risas). Además, creo que hemos logrado conseguir nuestro sonido propio. Y eso, no es fácil. 

Hemos producido para sellos como Cocoon, Drumcode Records, Soma, Dynamic, Suara, Crosstown Rebels Defected, Bedrock, Get Physical y en estilos que van desde el ‘chill’, con temas en recopilatorios de ‘Café del Mar’, hasta el ‘techno’. 

¿Cuándo consideras que despegó tu carrera?

– Pues fue, curiosamente, al sacar música con Cocoon y pinchar en algunas de sus fiestas en la terraza de Amnesia o en Frankfurt, en su propio club, que recuerdo que era muy futurista. Su sonido era increíble. 

Durante mucho tiempo, fuimos como los protegidos de Sven (Väth). Y mira que, en aquellos años, en el sello estaban artistas como Guy Gerber, Ricardo Villalobos o Luciano. Aquello, evidentemente, nos abrió muchas puertas. 

¿Fueron aquellas las fiestas de vida?

– Pues probablemente, las de Cocoon, con sus míticos ‘afters’ privados, han sido de las mejores. Tampoco me puedo olvidar del Festival Ultra en Argentina, donde pinchamos para más de 10.000 personas antes de Green Velvet. La energía fue brutal. 

Las noches en Crobar, también en Argentina, fueron épicas. Para mí, es uno de los mejores clubs del mundo. También las veces que pinché en Space Ibiza. Aquello fue cumplir un sueño. 

Imagino que, después de tantos años, tendrás alguna anécdota que contar… 

– Te voy a contar una que tuvo lugar en Winter Miami Conference. Fue hace más de 20 años, en una de sus primeras ediciones. Todavía me acuerdo de ver pinchar a Marco Carola a tres platos en un tugurio para cien personas (risas). 

Por entonces, un buen amigo era el propietario en Miami de un restaurante que, tras la hora de cenar, se convertía en un club. En una de esas noches pinchó Richie Hawtin un ‘all night long set’. Al acabar, nos fuimos a casa de mi amigo de ‘after’ y él (Hawtin) siguió pinchando para los 30 o 40 éramos. Me pasé toda la mañana con la boca abierta viéndole pinchar. Puso hasta ‘house’ (risas). 

Tú que tienes una visión global: ¿Cómo ves la escena? 

En nuestros tiempos, tan solo pinchábamos los que éramos unos apasionados de la música. Y no solo por lo que costaban los discos. Más bien, por el tiempo que teníamos que emplear para pillarle el rollo. Eso, si no amas la música, es imposible de hacer. Además, ya no hay meritocracia. Ahora se valoran más los ‘likes’ que la selección musical o la técnica pinchando. 

Me indigna ver la cantidad de vídeos que hay en redes de supuestos deejays que pinchan sin auriculares. Evidentemente, con sesiones pregrabadas. Luego, está el tema de las controladoras. Eso lo puede hacer hasta un niño de cinco años. Lo peor de todo, es que a la gente parece que le da igual. Se están cargando la cultura. Ahora, la gente va un evento o entra en una discoteca y no sabe quién pincha. Pasa hasta en Ibiza, donde durante un ‘finde’ al año se transforman en ‘fiesteros’ para seguir la moda. 

Para mí, poner música es una responsabilidad. Cada estilo tiene su momento. Por ejemplo, para comer en un restaurante, el rollo es poner algo ‘chill’ y no música electrónica comercial a todo trapo. Eso es lo que hace un ‘deejay’ de verdad. 

También me enfada mucho el tema de la producción. Al no tener que plancharlo en vinilos, ahora cualquiera tiene un sello. Antes, había una inversión que garantizaba que hubiera un filtro de calidad. 

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Entonces, ¿Qué consejo le darías a alguien que quiera aprender a pinchar?

– Supongo que le diría que estudiara algo y que pinchar sea su hobby. Ganarse la vida como discjockey es muy complicado, además de durísimo e inestable económicamente. Un día estás de moda y al siguiente, sin saber muy bien por qué, nadie te llama. En definitiva, que lo haga por pasión y que pinche lo que le guste.

Por último, ¿Dónde te podemos ver pinchar próximamente en la isla?

– El viernes 22 de este mes de noviembre, Pig&Dan pinchará en el Selva Club. Junto a nosotros, estarán Tato y Dushan, además del escocés Funk D’Void, un artistazo que vosotros (Zulos Club) ya conocéis, como invitado. Esperamos que esa sea la primera de muchas fiestas allí. 

FAST CHECK 

  • Un deejay: Sven Väth
  • Un productor: Maceo Plex en sus inicios
  • Un tema: “Burning” de Pepe Bradock
  • Un estilo que no sea electrónica: cualquiera menos el ‘reggaetón’ 
  • Un club: Crobar (Buenos Aires)
  • Un festival: Fusion (Berlín)
  • Una comida: sushi
  • Una bebida: agua sin gas
  • Una película: ‘El resplandor’ (Stanley Kubrick, 1980)
  • Una serie: ‘Breaking bad’
  • Un lugar para perderse: Thailandia o Costa Rica

Tommy M. Jaume

Licenciado en periodismo, y con experiencia en prensa escrita, radio y televisión. Mallorquinista de cuna y de tercera generación. Apasionado de la música (en especial la electrónica), del cine, de la historia, del deporte (sobre todo del wrestling, la lucha libre americana) y de todo lo que tiene que ver con el misterio.

J. Fernández Ortega

Foto-Periodista especializado en politica, cultura y tendencias. Director de todo esto ( lasiestamagazine.com ). Vivo cerca del paraíso, escribo bajo la mirada de un objetivo, juego cabalgando sobre la luz, viajo para nutrirme de colores y siempre con poco equipaje.

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