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Vuelve Nolan, vuelve el cine

Cuando Nolan dijo que Netflix no es cine sabía perfectamente lo que decía ya que el cine son palabras mayores y palabras mayores es lo que nos ofrece con Dunkerque.

La película te atrapa desde la primera secuencia, consigue parar el tiempo y agobiarte hasta la escena final. La gestión del tiempo en los tres escenarios principales es un maravilloso alarde de técnica narrativa.

En Dunkerque no hay amor, solo supervivencia. La deshumanización está presente en todo el relato desde el enemigo invisible hasta la masa humana que lucha por sobrevivir al sinsentido que es toda guerra. No obstante, resulta interesante el ver cine bélico desde el punto de vista de la «presa»; del que se sabe acorralado sin remedio… y sobre todo es digno de resaltar el que se plasme un episodio bélico de la Segunda Guerra Mundial mostrando los hechos sin motivación ideológica, supervivencia y punto. La crudeza de la guerra se muestra tal y como es, asesinato, destrucción, miedo. Ni los buenos son tan buenos ni los malos lo son tampoco.

La falta de diálogos es un punto remarcable que intencionadamente nos evita identificarnos con uno u otro personaje

La falta de diálogos es un punto remarcable que intencionadamente evita que nos identifiquemos con uno u otro personaje o nos distraigamos con ingeniosas frases sobre lo que les está sucediendo. No es necesario y por ello Nolan prescinde en buena parte del metraje de diálogos. Mejor así, en crudo.

En una clave más filosófica podemos observar el juego de los elementos, encontramos tierra, mar y aire directamente reflejados en el film, pero si vamos un poco más allá aparece también el fuego (la guerra, la destrucción y mucho fuego en el mar también) y si vamos un poco más allá aún nos podemos acordar de Interestelar donde aparecía el elemento amor. En Dunkerque no hay amor pero sí que se intuye la esperanza en el mítico discurso de Churchill que Nolan (en otro guiño pacifista contra la insensatez de la épica bélica) rebaja al máximo haciéndoselo leer a un soldado derrotado.

La película del año, sin duda. Si estás leyendo esto espabila y ves al cine más cercano a verla, eso sí, que tenga un buen sistema de sonido porque con Dunkerque es tan importante ver cómo oír. Puede que el audio te recuerde a Batman; estarás en lo cierto, se trata de la Escala Shepard y consigue trasladar un agobio creciente en todo momento. Una razón más para ir al cine.  El respeto de Nolan a Terrence Malick se palpa en todo el film pero cabe destacar el homenaje que le hacen con el trailer, todo un detalle.

Cine cine cine, más cine por favor.

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