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Una semana en Mallorca para hacer el viaje que cambie tu forma de ver la isla

Mallorca es una postal, sí. Sol, calas turquesa y tumbonas al borde de la arena. Pero también es algo más profundo, más allá del cliché turístico, más auténtico de lo que muchos visitantes imaginan al aterrizar. La mayoría viene buscando una desconexión exprés, un descanso merecido… y se van sin conocer el alma de la isla. Este viaje es distinto.

Aquí tienes el plan para una semana, para que puedas realizar excursiones en Mallorca y descubrirla desde dentro, con los pies en la tierra y el corazón abierto. Cada día, una experiencia. Y cada experiencia, una historia que contar cuando regreses.

Palma te recibe con sus secretos a plena luz del día

El primer día y el primer contacto con la isla debe ser con su corazón palpitante: Palma. Pero no con prisas ni en modo turista de selfie rápido. Haz un paseo guiado por su casco antiguo con alguien que conoce cada rincón como la palma de su mano. Es un recorrido de dos horas, sí, pero que se te pasan volando mientras caminas entre callejones medievales, patios ocultos, y te cuentan cómo la Catedral se asoma al mar como una reina gótica que nunca envejece.

Cuando cae la noche, Palma cambia de rostro

Si el día te mostró la Palma histórica y monumental, la noche te revela otra cara: la de los misterios, los crímenes antiguos y las leyendas que siguen susurrándose entre sus muros. El segundo día te invita a un tour nocturno donde la ciudad se viste de sombras y secretos. Una ruta guiada por las historias más oscuras: brujas, inquisidores, asesinatos no resueltos… todo real, documentado, contado con esa mezcla de ironía y tensión que te mantiene pegado a cada palabra.

Es imposible no mirar Palma de otra forma después de esto. Te cambiará la forma de caminar por ella, como si cada rincón pudiera tener su propio fantasma literario.

Historias de piratas en el borde del mar

Mallorca ha sido codiciada por corsarios, invadida por piratas, defendida por torres costeras y envuelta en batallas navales. En el tercer día, sal al Paseo Marítimo de Palma para seguir una ruta distinta: la historia contada desde el mar. El “Free Tour Palma Marítima: Piratas y Corsarios” es un viaje en el tiempo donde entenderás por qué este trozo de Mediterráneo fue tan disputado.

Aprovecha y disfruta de una jornada  distinta. También puedes hacer una reserva de catamarán Palma de Mallorca y navegar sabiendo que ahora conoces las hazañas de temidos piratas berberiscos o la historia de las defensas construidas para proteger la isla.

Rumbo a la Isla Dragonera, el refugio salvaje

Después de tres días urbanos, el cuarto día toca adentrarse en la naturaleza más cruda. Desde Santa Ponsa, puedes tomar una excursión en barco a la Isla Dragonera, un parque natural protegido que parece detenido en el tiempo. Allí no hay coches, ni hoteles, ni prisas. Solo mar, roca y gaviotas.

Pasear por sus senderos, lanzarte al agua en sus calas solitarias, o simplemente tumbarte a mirar el horizonte, es una forma de meditación activa. Si te llevas unas gafas de snorkel, podrás ver bancos de peces entre las rocas.

Una ruta mágica a Sa Calobra

El quinto día es, quizá, uno de los más especiales. Desde Palma, puedes emprender una travesía que combina tren antiguo, tranvía de época y un barco que te lleva hasta Sa Calobra, un rincón enclavado entre acantilados que parece salido de un sueño.

La carretera que desciende en curvas imposibles hasta el Torrent de Pareis es famosa, pero hacerla en este combo de transportes convierte el trayecto en una experiencia sensorial. Al llegar, un baño en la desembocadura del torrente, entre paredes de roca y silencio, es un regalo. Y si puedes quedarte hasta que el sol empiece a bajar, entenderás por qué muchos dicen que este es el lugar más mágico de Mallorca.

Camp de Mar

Paseo en barco por aguas transparentes

¿Te apetece sentir el viento salado en la cara y perder de vista la costa durante un rato? El sexto día toca navegar. Hay muchas opciones, pero un paseo en barco en Mallorca, desde Cala Millor o la zona este de la isla, es ideal si quieres algo tranquilo pero que vayas a recordar siempre.

Ver la costa desde el mar es otro viaje: acantilados que no se ven desde tierra, calas inaccesibles, peces que nadan bajo el barco y una sensación de libertad que solo se entiende cuando estás ahí, mecido por las olas. Puedes reservar con o sin patrón, parar a nadar, o simplemente dejarte llevar. Es un día para no hacer nada… y hacerlo todo.

Un baño de calma para despedirte

La semana termina, pero no puedes irte sin regalarte un momento de calma profunda. Palma tiene uno de los baños árabes más bonitos de España: el Hammam Al Ándalus. Cruzar su puerta es entrar en otro tiempo, otro ritmo. Piscinas a distintas temperaturas, luces tenues, aromas a flor de azahar y masajes que relajan hasta la memoria.

Es el cierre perfecto para un viaje que no fue solo de turismo, sino de descubrimiento. Porque Mallorca, cuando la recorres así, no se olvida. Se queda en el cuerpo y en la mirada.

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