El museo Es Baluard de Palma se convirtió en una guardería para melómanos en El día de Minimúsica, un festival para indies en miniatura. Aunque a veces costaba distinguir si en los conciertos disfrutaban más los adultos o los pequeños. El segundo asalto de esta cita, musical y lúdica, reunió a 1.200 personas en una calurosa mañana (y parte de tarde) de principios de octubre. La propuesta, coorganizada junto a Produccions de Ferro, aglutinó a músicos de primera división local y nacional.
Los food trucks aguardaban a la entrada del museo, junto a unos bancos de madera para disfrutar de un picnic tras la primera tanda de conciertos. Había camiones de hamburguesas, perritos calientes, helados artesanos, cafés y panes de aceite. La cola para entrar al recinto, a las 12 menos cuarto de la mañana, llegaba casi hasta la escultura de la casa invertida. La fila estaba formada por familias con carritos de bebés y niños de diversas edades. Para algunos era su debut, su primer festival. Un menor vestido como para ir a recibir a los reyes al palacio de Marivent preguntaba a su padre: “¿Qué pasa aquí, papá? El adulto le contó que era un festival de música para niños. El niño se quedó con cara de indiferencia. No iba con él. Aunque si hubiera querido asistir no habría podido. Hacia días que no quedaban entradas.
Los integrantes del grupo Marino e Marini, vestidos de árabes y flanqueados por globos de colores, abrieron la jornada. El trío hablaba en italiano con los pequeños, que correteaban entre el público. Otros, los más tranquilos, estaban sentados frente al escenario. Los padres que se lo podían permitir se escapaban para degustar de un vermut o de cerveza artesana. Núria Muntaner, directora de Minimúsica, interrumpió la actuación para subir a dos niñas y preguntarles por los instrumentos de la banda. “¿Sabes qué instrumento es?”. -Un Contrabajo, contestó una de las menores, recibida entre aplausos. Acertó. Una alumna aventajada de la clase.
Leonmanso cogió el testigo con el aforo ya casi al completo. Es tren, del disco Jardins de brutes basses (Velomar Records, 2014) fue uno de los temas más coreados de este músico que inició su trayectoria hace ya casi dos décadas. «Es tren arribará i tu i jo podrem pujar [El tren llegará y tu y yo podremos subir]», coreaban los asistentes. Leonmanso, alter ego de Llure Marqués, despidió su actuación con Mosca, perteneciente al álbum Rinosaure (2010).
Las bestias marinas llamadas Zulu Zulu asaltaron el escenario disfrazadas de langosta (x2), cangrejo y tiburón. «También han traído esto del fondo del mar», decía la directora de Minimúsica señalando la trompeta que empuñó al principio la hija de Pep Toni Ferrer, capitán de la banda y uno de los músicos más prolíficos de Mallorca. Michael Mesquida, bajista, se quitó la máscara tras la primera canción, con su hijo a la percusión. “Viva la música y la familia, estamos contentos de participar aquí. Salud y amor”, dijo el cantante/cangrejo para arrancar con Bamboo Position.

Uno de los artistas más esperados, tras el éxito de su actuación junto a Santiago Auserón (Radio Futura) en el festival Sonoroma Ribera, fue Jaime G. Soriano. O, lo que es lo mismo, Sr. Nadie. “¿Todos tenéis en la cabeza lo que queréis ser de mayor, no? Pues yo quería ser astronauta”, indicó. “Me estoy haciendo buceador para limpiar el fondo del mar de plásticos y de basura”, explicó Soriano justo antes de interpretar Ilusos en el espacio. El líder de los extinguidos Sexy Sadie también desempolvó algunos temas de su antigua banda (Someone like you) y se animó con una versión de los Beatles: All together now. “Creo que hicieron canciones para niños y esta es una de ellas. Vamos a improvisar”, comentó el cantante con el fichaje de Michael Mesquida a la batería.
Joan Miquel Oliver, arquitecto musical de los también desaparecidos Antònia Font, apareció con un vestido rojo y medias blanquiazules del Atlético Baleares. Saludó a la parroquia y pidió a los niños que se taparan los oídos para informar de que suspendió su concierto en Sant Cugat (Barcelona) por las cargas policiales del 1-O. “Dedicamos esta actuación a la gente inocente que fue castigada de una manera salvaje”, manifestó. Oliver tocó canciones de su disco más reciente, Atlantis, como Pegasus, y también antiguas: Surfistas en camera lenta o Hansel y Gretel.

Miqui Puig, un habitual en el Minimúsica, se encargó del hilo musical a la hora de comer. También infló globos con suma facilidad para los niños que no respondían a la llamada de su estómago. El artista de la Ametlla del Vallès, de gira con su nuevo disco, Escuela de Capataces, inició su sesión musical con Pon tu mente al sol, de El Niño Gusano. Por la tarde, Pau Riba, acompañado de su hijo, retomó los conciertos y Magneto DJ puso el colofón a la segunda edición de El día de Minimúsica.
TALLERES
Mientras transcurrían los conciertos, en el aljibe de Es Baluard se llevaron a cabo talleres educativos. La entrada estaba presidida por las mini cocas y aguas de colores del chef Miquel Calent. Cada niño se preparaba su coca con diversos ingredientes: zanahoria, tomate, butifarra, sobrasada y pimiento verde. Luego elegían un agua de tres colores: rojo, verde y amarillo. Una de las actividades más concurridas fue la acertada fabricación de guitarras de cartón. El stand de la compañía aérea Vueling recibía a los menores para vestirlos de pilotos y fotografiarse junto a un cartel de un avión.
La empresa Tecnoaprendo invitó a los asistentes a correr con sus robots y La casita de la felicidad se transformó en un mural de bordados de colores. También hubo un apartado dedicado a las construcciones de Lego en el que los niños montaron una ballesta y practicaron su puntería para derribar vasos de plástico. Los más pequeños de la familia fueron, además, compositores de canciones por un día gracias a la App ‘Toc and roll’. En la terraza se instaló un mini huerto urbano con talleres para decorar macetas y sembrar plantas.
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