Un pequeño paseo por Madrid

Cualquier tarde es buena para pasear por Madrid, perderte por pequeños rincones y disfrutar de su historia. Desde Sol recorremos la calle Arenal, descubrimos pedacitos de historia y nos  sorprendemos de nuevos lugares donde contemplar atardeceres mágicos.

La calle del Arenal es actualmente una calle peatonal y es realmente un placer pasear por ella.
Parte de la Puerta del Sol y nos lleva directamente hasta la Plaza de Isabel II y después al Palacio Real.
El nombre de la calle tiene su origen en que era aquí donde se dejaba la arena que se usaban en la construcción de los edificios de las calles adyacentes.
Durante la época de la conquista musulmana, los cristianos vivieron aquí. En el siglo XVI serían los ricos los que construirían sus casas en esta calle.

Hubo en esta calle un santuario de Nuestra Señora de la Cabeza al que acudía San Isidro.
En 1872, cerca de la calle de Bordadores, hubo un atentado contra Amadeo de Saboya. Murió un policía y los terroristas escaparon.
En la casa número 20 murió el célebre compositor español Ruperto Chapí en 1909 y en el número 26 el famoso torero Frascuelo en 1898.
La calle Arenal siempre ha sido una calle muy amena, llena de tiendas, cafeterías, hostales y hoteles.

Un ratón y una iglesia

En el número 8 de la calle vivía el famoso Ratoncito Pérez. El origen se encuentra en 1894. La reina María Cristina de Habsburgo-Lorena, madre de Alfonso XIII pidió a su buen amigo el padre Coloma que escribiera una historia para su hijo, por aquel entonces de 8 años, y que acababa de perder un diente. El padre Coloma escirbió la historia del Ratoncito Pérez y su amigo, el rey Bubi. La reina llamaba a su hijo así.
En la acera de la izquierda, en el número 9 se encuentra el Palacio de Gaviria. Fue construído en el siglo XIX por Aníbal Alvarez Bouquel e inaugurado por la reina Isabel II.
Fue olvidado durante más de un siglo, hasta que en 1991 fue restaurado. Actualmente ofrece al visitante la posibilidad de disfrutar de un ambiente histórico, lleno de obras de arte al mismo tiempo que se puede escuchar música.

Un poco más abajo, en el número 13 tenemos la iglesia de San Ginés. La primera iglesia estuvo en el mismo lugar en el siglo XIII, Fue destruída y vuelta a edificar en el siglo XVII por Juan Ruiz. El tejado ha sido restaurado recientemente.
La parte que da a la calle Arenal fue en su día el cementerio de esta iglesia. Dentro de la iglesia hay un cuadro de El Greco, “Jesús echa a los mercaderes del templo”, también conocido como la “Purificación”. Se considera uno de los mejores cuadros del insigne pintor.
Este cuadro ha pertenecido a la iglesia desde el 1700, aunque también ha sido exhibido en la National Gallery de Londres y el Metropolutan Museum de Nueva York.

Chocolate y libros

Antes de llegar a la iglesia de San Ginés, a la izquierda tenemos el Pasadizo de San Ginés. Justo en la esquina esta una de las librerías más conocidas de Madrid. Se dice que ya estaba aquí en el siglo XVII. Vende libros antiguos y de segunda mano.
Al final de pasaje está la famosa Chocolatería San Ginés que tantas tazas de chocolote con churros ha servido a lo largo de su existencia.
Un poco antes de llegar a la chocolatería tenemos la conocida discoteca Joy Eslava, que fue teatro anteriormente. Muchos de sus clientes no dejan de visitar la chocolatería tras una noche de diversión bailando.

Monumento a las víctimas del atentado contra Alfonso XIII

© La Siesta Press

Monumento a las víctimas del atentado contra Alfonso XIII. Si paseas por el final de la calle Mayor es posible que te encuentres con este monumento dedicado a las víctimas del atentado que sufrió el rey Alfonso XIII hace más de cien años.
Se trata de un monumento pequeño y de un color muy oscuro que está al borde de la acera. A pesar de ser poco conocido, la historia que la acompaña es una de las más truculentas que han tenido lugar en Madrid.
El atentado tuvo lugar el 31 de mayo de 1906. El rey Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battemberg acababan de casarse en la Iglesia de los Jerónimos. La comitiva nupcial realizaba un recorrido desde la iglesia hacia el Palacio Real..
Durante el recorrido muchos madrileños y visitantes aplaudían, jaleaban y arrojaban flores a los contrayentes, de forma similar al cortejo que tuvo lugar en la boda de los actuales reyes Felipe VI y Letizia en 2004, que recorrieron las principales calles de Madrid desde la Catedral de la Almudena hasta la Basílica de Nuestra Señora de Atocha.
Alfonso y Victoria Eugenia viajaban en un coche tirado por caballos blancos. Al llegar a la altura del número 88 de la calle Mayor (el edificio donde está Casa Ciriaco, actualmente número 84) el anarquista Mateo Morral arrojó una bomba de fabricación casera camuflada en un ramo de flores.

La suerte de Mateo Morral

El azar quiso que la bomba tropezara en el tendido del tranvía. Esto desvió su trayectoria y en vez de caer sobre los reyes estalló en el aire, provocando 28 muertos y un centenar de heridos. Los reyes, sin embargo, salieron ilesos.
El autor del atentado, Mateo Morral, tenía 26 años y había sido reclutado por un grupo de anarquistas para asesinar al rey. Entre el caos provocado por la deflagración consiguió escapar del edificio y ocultarse. Pero el día siguiente, cuando trataba de llegar a la estación de Torrejón de Ardoz, fue identificado y en el traslado a las autoridades mató al guardia y con la misma pistola se dice que se suicidó.

© La Siesta Press

Calle del Sacramento, una calle de leyendas.

La calle del Sacramento, es una de las calles con mas historia del madrid antiguo o madrid de los austrias; lugar de residencia de las familias mas nobles de la villa. Los cerca de 170m que trascurren desde la Calle Mayor, desde la Iglesia Catedral Arzobispal Castrense, a la Plaza del Cordón, pasando por los jardines y Palacio de Cañete y por la Casa de Cisneros, entre reuniones señoriales; fué una calle donde se ha vivido con mucha intensidad, pero también han ocurrido diversas Leyendas oscuras del viejo Madrid. Toma el nombre del antiguo Convento del Santísimo Sacramento allí existente en el Siglo XVII.

La azotea de The Hat Madrid

En primavera nos enamoramos un poquito más -si cabe- de Madrid, de su cielo y sus atardeceres sin fin, y buscamos incansables los mejores lugares donde disfrutarlo.

Un lugar espléndido y aún no masificado es la azotea de The Hat, un hostel con mucho encanto que se esconde en una callejuela muy cerca de la Plaza Mayor por la que los madrileños no pasamos casi nunca: la calle Imperial.

Este hostel ha dado una nueva vida a un edificio espectacular, un antiguo palacete del siglo XIX que llevaba años cerrado, y se ha convertido en uno de los sitios más bonitos e interesantes donde alojarse unos días en Madrid.

Este espacio va mucho más allá de ser un sitio donde alojarse, y es más que nada un punto de encuentro. Luminoso y acogedor, un lugar donde pasan cosas interesantes y en el que apetece quedarse, ya vivas en Madrid o vengas sólo a pasar unos días.
Lo que más nos gusta de The Hat es su azotea, una terraza desde donde divisar los tejados de La Latina al atardecer. A diferencia de otras terrazas en hoteles de Madrid, aquí los precios son razonables y el ambiente poco pretencioso, se puede comer además de beber y organizan conciertos acústicos

© La Siesta Press

Plaza Mayor

Esta plaza porticada es el corazón del Madrid de los Austrias, el casco viejo de la ciudad y el punto de partida ideal para una visita a uno de los barrios con más encanto.

Antes de que Madrid fuese una capital de grandes avenidas y bulevares, su mapa lo conformaban pequeñas calles y pasadizos, que hoy nos trasladan a tiempos de espadachines y pícaros.

La Plaza Mayor empezó a cimentarse sobre el solar de la antigua Plaza del Arrabal, donde se encontraba el mercado más popular de la villa a finales del siglo XV, cuando se trasladó la corte de Felipe II a Madrid. En 1617 se encarga al arquitecto Juan Gómez de Mora establecer uniformidad a los edificios de este lugar, que durante siglos ha acogido festejos populares, corridas de toros, beatificaciones, coronaciones y también algún auto de fe.

La estatua de Felipe III

Esta escultura ecuestre es una de las obras de arte de mayor valor ubicada en las calles de Madrid. Diseñada por Giambologna y terminada por Pietro Tacca en 1616, durante siglos custodió el acceso a la Casa de Campo, pero la reina Isabel II se la prestó en 1848 a la ciudad, que decidió colocarla en la Plaza Mayor. Sólo durante las dos repúblicas la escultura ha vuelto a emigrar de esta plaza, tal vez la más emblemática de Madrid.

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