Palma 2031, doble desafío

La ciudad de Palma ha iniciado una agresiva campaña titulada PALMA 2031, cuyo objetivo es convertir a la capital de Mallorca en candidata para competir por el título de Capital Europea de la Cultura el año 2031. El pasado martes 8 de mayo el sector de la cultura de la ciudad fue convocado en el teatro Mar i Terra, rebautizado como Teatro Maruja Alfaro, para conocer a uno de los dos equipos (el de Cultura. El otro es un equipo científico de alto nivel) que pretenden establecer las líneas generales del proyecto que haga competitiva a la ciudad frente a otras urbes españolas que también están en la carrera por este título. La mayoría de ese grupo de cultura, está conformado por personas provenientes del sector privado.

Esa primera experiencia en el Teatro Maruja Alfaro, fue una experiencia orientativa que sirvió para entender que el tejido cultural local tenía una relativa información de lo que significa ser Capital Europea de la Cultura, su historia a lo largo de cuarenta años, cuáles son sus beneficios tangibles e intangibles para la ciudad y cuáles son sus procedimientos. Y es que este no se trata de un reconocimiento menor. El título sirvió en su momento, a modo de ejemplo, para transformar la ciudad de San Sebastián y la idiosincrasia de sus habitantes en un período de extrema violencia provocado por el terror de ETA, en un momento específico, complejo, a través de la cultura.

TALLER MIRO MALLORCA

Ser Capital Europea de la Cultura (CEC) significa que una ciudad recibe este título durante un año. La designación está impulsada por la Unión Europea desde el año 1985 y su finalidad incluye varios objetivos, como destacar la riqueza cultural europea, fomentar el sentido de pertenencia e impulsar el desarrollo urbano y social a través de la cultura. ¿Y a mí qué? se preguntará probablemente el ciudadano de a pie. La respuesta está en contabilizar los beneficios cuantitativos y cualitativos para la ciudad y por ende para los residentes de las ciudades que logran quedarse con este título. Sirve para la visibilidad internacional, elevando el perfil de la ciudad atrayendo turistas y medios. Esto es clave para muchas ciudades que históricamente no han sido potencias turísticas.

Permite la regeneración urbana, incentivando inversiones en infraestructuras culturales y restauración. También colabora a la cohesión social, reforzando el sentido de comunidad y la participación ciudadana a través de actividades inclusivas, no excluyentes. Es para todos, no sólo para minorías. Y por supuesto, favorece el empleo cultural y dinamiza la economía local a través del aumento en el consumo de productos y servicios de todo tipo, no solamente culturales.

La ciudad ganadora de la denominación, por cumplir las condiciones pactadas, recibe el Premio Melina Mercouri (en honor a la actriz, parlamentaria y ex ministra de cultura griega, principal impulsora de este proyecto europeo), dotado con 1.5 millones de euros cuyo propósito es ir dirigido al incentivo y la promoción de actividades culturales y artísticas en la urbe galardonada. El presupuesto total del proyecto suele variar entre los 38 y los 60?millones?de euros, con gran parte financiada a través de presupuestos nacionales y locales, algo del fondo estructural y patrocinios privados. Matera 2019 y Plovdiv tenían unos 40?millones, Oulu 2026 gestiona actualmente unos 50 millones de euros. Se trata de una oportunidad única en su tipo para las ciudades, que al día de hoy no existe en otras latitudes en el resto de continentes y que pone de relieve lo mejor del europeo.

ALHAMBRA GRANADA
ALHAMBRA GRANADA

¿Pero cuáles son los requisitos que una ciudad debe cumplir para obtener este reconocimiento continental? En primer lugar, demostrar una estrategia cultural a largo plazo, integrada en el desarrollo urbano y social. Después, contar con un contenido artístico y cultural diverso, innovador y de alta calidad. Las ciudades que aspiren al título deben ser capaces de lograr una dimensión europea, a través de alianzas internacionales y la cooperación cultural. En esto, la diplomacia cultural o el soft power es esencial. Asimismo, los proyectos deben tener la capacidad de inclusión, es decir, poder involucrar a la comunidad local y a diversos públicos. No puede ser algo solo para las élites. De la misma manera, se exige una gobernanza sólida, con apoyo político, una estructura organizativa y un presupuesto garantizado. Finalmente, las ciudades deben poder ser capaces de ofrecer infraestructuras adecuadas, desde museos y teatros hasta alojamientos y logística. 

El procedimiento de selección es a través de una convocatoria nacional a través de los diferentes Ministerios de Cultura en los países miembros, y se realiza seis años antes del año del título, en este caso, este 2025 hasta que suceda en el 2031. Un jurado internacional compuesto por doce expertos evalúa las postulaciones, elaborando una pre-selección. Las ciudades seleccionadas presentan una propuesta final más detallada, a menudo tras un período que oscila entre los siete u ocho meses. En la fase final, este jurado de expertos visita las ciudades preseleccionadas y emite una recomendación final, asignándose la ciudad ganadora tanto por la autoridad nacional como por la Comisión Europea. Una vez electa, la ciudad cuenta con cuatro años para la preparación de sus diferentes actividades, con seguimiento por parte del jurado de expertos y la Comisión Europea. Durante el año de celebración, se ejecuta el programa y terminado el plazo, se realiza una evaluación a través de un informe elaborado tanto por la ciudad como por la Unión Europea, para valorar su legado. Si bien el impacto cultural suele ser central y muchas urbes obtienen beneficios económicos y de desarrollo local inmediatos, el éxito real no es automático, sino más bien se contabiliza a largo plazo, dependiendo de una buena gestión y una auténtica visión de legado a futuro. En el caso español, la candidatura implica un proceso competitivo y estratégico respaldado por el Ministerio de Cultura y la Unión Europea.

MALTA
MALTA

España y Malta han sido los países elegidos para aportar ciudades candidatas en el 2031 y ambos cuentan con doce meses para presentar una precandidatura. A finales del próximo año se seleccionará la ciudad española ganadora y en el 2027 la Comisión Europea confirmará oficialmente el título. Las ciudades españolas candidatas son Cáceres, que creó en el 2024 un consorcio público-institucional con un presupuesto inicial de 580.000 euros para consolidar la pre-candidatura tras intentarlo sin éxito en el 2016; Granada, que trabaja desde hace años su candidatura, resaltando su patrimonio como la Alhambra, el cine y los Premios Goya; Jerez de la Frontera, destacando el flamenco como eje central y las iniciativas audiovisuales internacionales. También figuran ciudades como Burgos, Oviedo, Toledo, Pamplona, Palma, Vitoria, León y Las Palmas de Gran Canaria. Incluso destacan pueblos como Potries, en Valencia, con sólo 1.000 habitantes, que compite para recalcar la cultura rural, avalado por su experiencia como Capital Cultural Valenciana y con un presupuesto cultural significativo. 

En esta competición, cabe detenerse a revisar la apuesta de Granada, que resulta sumamente interesante. Bajo el lema “Granada, tierra que inspira y conocimiento que transforma”, la ciudad busca reflejar la dualidad entre arte y conocimiento, en especial considerando que el año 2031 su universidad celebrará los 500 años desde su fundación, además del vínculo con figuras esenciales como Lorca o Morente. Entre sus principales líneas de actuación artística, Granada se ha propuesto la creación de un Hubic (Hub de Industria Cultural), que arranca este 2025 para fomentar la industria cultural y creativa. Asimismo, el rediseño y la apertura de infraestructuras como el Museo de Bellas Artes en el Convento de la Merced o la adquisición del antiguo edificio del Banco de España para usos culturales. Granada también se ha puesto como meta reforzar más de treinta festivales anuales de flamenco, música, danza y cine, en especial la Bienal de Flamenco como sello distintivo. Y no se queda sólo ahí. Suma propuestas de festivales emergentes como cine joven, interdisciplinar, rutas culturales, arte en plazas o entornos no convencionales. 

Granada ha recogido más de 1.300 propuestas en grupos de trabajo y vía plataforma digital LabIN para co-diseñar el proyecto artístico de Capital Europea de la Cultura integrando directamente a la ciudadanía con los ejes temáticos de inclusión, educación, sostenibilidad patrimonial y cohesión social. Ha hecho una alianza con Fez (Marruecos) para promover intercambios culturales y educativos como parte del diálogo euro-árabe y ha conseguido el respaldo institucional internacional por parte del World Monuments Fund, poniendo el foco en la sostenibilidad patrimonial. Granada no sólo ofrece una dimensión internacional en su propuesta, sino además un diálogo mediterráneo y europeo. 

La propuesta granadina del binomio cultura-conocimiento se potencia en la vinculación de su universidad a la ciudad, especialmente en su 500º aniversario el 2031. Ha elaborado la creación de un repositorio digital de memoria colectiva y otras iniciativas digitales y participativas, poniendo énfasis en un legado sostenible. ¿Cómo? A través de infraestructuras permanentes, la revitalización urbana, la inclusividad, el turismo responsable y rural. 

Respecto al impacto económico y cultural, un estudio de la propia Universidad de Granada concluye que el sector cultura-conocimiento genera actualmente el 31,8% del PIB provincial y empleo (48.000 personas). El programa de la ciudad de Granada pretende ser un motor de desarrollo económico, social e innovación, apuntalado con un incremento del 25% en el presupuesto municipal de cultura. En corto, el plan artístico de Granada 2031 propone la consolidación de una infraestructura cultural potente, una programación ambiciosa y diversa, una participación ciudadana robusta y una proyección internacional con un enfoque en la sostenibilidad, el conocimiento y un diálogo intercultural y racial.

La propuesta granadina es a todas luces sobresaliente y su plan un ejemplo, que dependerá exclusivamente del tejido cultural palmesano y sus mejores representantes superar con inteligencia en su propia candidatura. En su propuesta, la ciudad de Palma deberá proponer un proyecto que no sólo supere a Granada u otras ciudades españolas en calidad programática, sino también demostrar por qué otra isla en el Mediterráneo, además de Malta, merece idéntico reconocimiento por sobre la península. Se trata de un doble desafío. Ahora bien, la gran pregunta es al final ¿Tiene Palma lo necesario para ser Capital Europea de la Cultura? Y la respuesta es sí, sin lugar a dudas. Y debe luchar por ello, con apertura, generosidad y sobre todo con mucho rigor, sin mezquindades.