Los bares de Magaluf se convirtieron en el epicentro de la euforia futbolística cuando Jude Bellingham, la estrella del Real Madrid, adelantó a Inglaterra en el minuto 13. Los aficionados, vestidos con gafas de sol y sombreros, lanzaron cerveza al aire en un gesto de júbilo. Las camisetas oficiales de la selección inglesa, en blanco, azul y rojo, dominaban la escena, mientras que las banderas con la cruz de San Jorge ondeaban al viento, atadas a los cuellos de los seguidores como capas de superhéroes del fútbol.
Este espectáculo de colores y emociones reflejó la pasión y el fervor de los hinchas ingleses que, lejos de casa, encontraron en Magaluf un hogar temporal donde celebrar los éxitos de su equipo. Los cánticos y la camaradería entre los aficionados crearon un ambiente inolvidable, digno de los más grandes eventos deportivos.



































