El sol brillaba intensamente sobre las aguas cristalinas de Playa de Palma cuando un grupo de activistas decidió hacer sentir su voz a través de una acción simbólica que combinó protesta y celebración. La playa, tradicionalmente conocida por su ambiente festivo y sus fiestas interminables, se convirtió en el escenario perfecto para una manifestación que buscaba recuperar la esencia natural del litoral mallorquín.
Los participantes, vestidos con camisetas coloridas y sonrisas contagiosas, desplegaron una gran pancarta en la orilla que decía “#Ocupem les nostres platges”. Este eslogan resonó entre los bañistas, muchos de los cuales parecían ajenos al mensaje que se intentaba transmitir. Sin embargo, eso no impidió que los organizadores continuaran con su plan: tras mostrar el cartel en tierra firme, decidieron adentrarse en el agua para repetir la acción bajo el sol radiante.
La elección del Balneario 6 como punto focal para esta protesta no fue casual. Los organizadores explicaron que este lugar se ha convertido en un símbolo del turismo desenfrenado, donde las fiestas y el consumo excesivo han eclipsado la belleza natural del entorno. «No estamos en contra del turismo», aclararon los portavoces del evento, «sino contra un modelo turístico que empobrece tanto a nuestro entorno como a nuestra cultura». Esta afirmación subraya una preocupación creciente entre muchos residentes locales que ven cómo sus playas se transforman en escenarios de descontrol.