En un mundo como el del fútbol, donde todo pasa deprisa y las relaciones suelen ser tan fugaces como los fichajes de verano, Lorena Bernal y Mikel Arteta son la excepción que confirma la regla. Ella, Miss España 1999, actriz y modelo con una trayectoria reconocida tanto en España como en el extranjero. Él, actual entrenador del Arsenal, que se juega el pase a semifinales de la Champions ante el Real Madrid. Pero lejos de los focos y los titulares deportivos, hay una historia mucho más íntima: la de un matrimonio que lleva ya casi 15 años caminando juntos y construyendo una familia lejos del ruido mediático.

Mallorca, su hogar de verano y mucho más
Aunque el matrimonio reside habitualmente en Londres, donde Arteta dirige uno de los clubes más prestigiosos de la Premier League, cada año eligen Mallorca como su punto de encuentro con la tranquilidad. Y no se trata solo de una escapada ocasional: en Portals tienen su propia casa, donde disfrutan de largas estancias junto a sus tres hijos, Gabriel (14), Daniel (11) y Oliver (8).
Lorena lo tiene claro: “Le tengo mucho cariño, es uno de mis hogares, donde he echado raíces”. Así lo declaró al recibir junto a su esposo el premio Mallorquines de Verano 2023, una distinción que reconoce a personas públicas no nacidas en la isla pero que han forjado con ella un vínculo emocional. En ediciones anteriores lo han recibido figuras como Kyril de Bulgaria, Norma Duval o James Costos, lo que da idea del prestigio del galardón.

Una vida familiar lejos de los flashes
Desde hace años, Lorena Bernal ha reducido su agenda profesional para centrarse en la crianza de sus hijos. Su presencia en actos públicos es selectiva, y siempre vinculada a su faceta más humana y familiar. La maternidad se ha convertido en su prioridad, y ese equilibrio entre vida personal y profesional parece ser uno de los secretos de su duradero matrimonio con Arteta.

No es raro ver a la pareja paseando por las playas de Portals o disfrutando de cenas tranquilas en algunos de los restaurantes más discretos de la isla. Aunque conocidos, su estilo de vida está lejos de la ostentación. Prefieren el anonimato del verano mallorquín, donde pueden ser simplemente Mikel y Lorena, padres de tres niños y amantes del mar.
Mallorca como metáfora del equilibrio

Entre Londres y el mundo, entre la presión del fútbol y la intimidad de la familia, Mallorca representa para Lorena y Mikel un oasis personal. Un espacio donde el amor no necesita decorado, donde los veranos son sinónimo de complicidad, y donde cada puesta de sol confirma que, incluso en las vidas más públicas, hay rincones de calma donde florece lo esencial.
Si hay algo que define a esta pareja, no es solo su éxito o su belleza mediática. Es, sin duda, la solidez de una relación que ha echado raíces en una isla que ya los siente como propios.