No es habitual ver a Su Majestad la Reina tomar el micrófono en un coloquio público. No es habitual porque el protocolo lo evita, porque el guion no lo contempla, porque las palabras reales suelen ir por otros cauces. Pero esta vez fue distinto. Muy distinto.
La noche del jueves, durante el estreno balear del documental En un lugar de la mente en el Atlántida Mallorca Film Fest, algo se rompió para bien. El público, que abarrotaba la sala del festival con entradas agotadas desde días antes, aplaudía con ese tipo de aplauso que no quiere terminar. Y entonces, entre ese murmullo de gratitud y conmoción, la Reina Letizia se levantó. Pidió el micrófono y habló.
Una intervención que dejó huella


“Habéis empoderado desde el escenario, enseñándonos el valor de reír y de mirar la vida con esa mezcla valiente de ternura y coraje”, dijo la Reina, visiblemente emocionada. No hubo discursos preparados, ni fórmulas ensayadas. Lo que hubo fue una intervención profundamente humana, directa y honesta, que hizo justicia al espíritu del documental.
Sus palabras no solo marcaron el tono del coloquio posterior, sino que fueron recogidas por las cámaras, replicadas en redes y citadas al día siguiente por medios nacionales. Porque cuando una Reina rompe el protocolo para hablar del alma de un grupo de actores y actrices con problemas de salud mental, eso tiene valor. Y mucho.
Una historia narrada desde dentro
En un lugar de la mente es más que un documental. Es una declaración de dignidad, una obra colectiva nacida de la experiencia vivida. El film, impulsado por Fundació Es Garrover, Estel de Llevant y Associació Gira-Sol, y producido por El Obrador, da voz a personas que atraviesan diagnósticos, estigmas y silencios, y que han transformado ese material íntimo en arte. El humor, el talento y la verdad escénica son sus herramientas.