El vestido con el que Bad Gyal encendió Panamá

Cuando el estilo se convierte en declaración, y la moda en provocación, suceden cosas como esta: Bad Gyal llega a Panamá y no solo se lleva las miradas, sino también el debate. La cantante catalana no vino a pasar desapercibida. Lo suyo es dejar huella, y lo logró desde que pisó la alfombra azul de […]

Cuando el estilo se convierte en declaración, y la moda en provocación, suceden cosas como esta: Bad Gyal llega a Panamá y no solo se lleva las miradas, sino también el debate. La cantante catalana no vino a pasar desapercibida. Lo suyo es dejar huella, y lo logró desde que pisó la alfombra azul de los Premios Juventud hasta que paseó por las calles del país con el mismo y polémico vestido que dejó a todos con la boca abierta.

BAD GYAL, DE LA ALFOMBRA A LA CALLE

La escena parecía sacada de un videoclip: luces, cámaras, una figura imponente en un vestido transparente, y una artista que domina su narrativa con la seguridad de quien sabe que su cuerpo, su ropa y su mensaje son parte del show. Bad Gyal apareció en los Premios Juventud con un look que rozaba lo etéreo y lo explícito, un diseño que dejaba poco –o nada– a la imaginación, y que convirtió la alfombra azul en una pasarela política, mediática y viral.

Pero la historia no quedó ahí. Lo que más sorprendió fue que la artista decidió seguir usando el mismo atuendo para recorrer Panamá, generando todo tipo de reacciones entre locales, turistas, seguidores y, por supuesto, detractores.

Un país dividido por un vestido

En redes sociales, las imágenes de Bad Gyal caminando por la ciudad escoltada por uniformados desataron todo un torbellino de opiniones. ¿Eran policías reales o simplemente acompañantes disfrazados para el show? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Pero lo que sí quedó claro es que el look no solo fue un tema estético, sino también cultural y social.

Bad Gyal 3

Muchos aplaudieron su audacia, su capacidad de desafiar convenciones y su libertad expresiva. Sin embargo, también surgieron voces críticas que cuestionaban el trato desigual que recibe una extranjera famosa frente a las mujeres locales que, bajo las mismas condiciones, serían probablemente condenadas socialmente o incluso sancionadas.

Este doble rasero, aún tan presente en muchas sociedades latinoamericanas, encendió un debate profundo sobre identidad, orgullo, machismo, xenofobia y los límites de la expresión femenina.

LA RESPUESTA DE BAD GYAL: DESPREOCUPADA Y FELIZ

Fiel a su estilo despreocupado y rebelde, Bad Gyal no entró al trapo de la polémica. Lo que hizo fue aún más contundente: publicó en sus redes una foto con el vestido, los “policías” y una frase que fue una caricia para unos y un bofetón para otros:
“Xuxaa loco, qué chula es la gente de Panamá”.

La reacción fue inmediata. Cientos de miles de interacciones. Elogios, críticas, memes, reflexiones. La cantante catalana, sin proponérselo (o tal vez sí), activó una conversación nacional que todavía resuena en las redes.

BAD GYAL, UNA AGENDA LLENA Y UN FUTURO PROMETEDOR

Más allá del escándalo, lo cierto es que Bad Gyal no para. Durante su paso por Panamá, además de causar revuelo, presentó su tema ‘Da Me’ por primera vez en televisión, aprovechando el marco internacional de los Premios Juventud. Y no solo eso: anunció que en 2026 lanzará su nuevo álbum, uno de los más esperados por sus fans.

Ese mismo día, estrenó también ‘Ella’ en colaboración con el reguetonero Zion, y confirmó su participación como cabeza de cartel del Primavera Sound 2026, lo que la consolida como una de las artistas urbanas más importantes de Europa y América Latina.

LA MODA COMO ACTO POLÍTICO

Bad Gyal

En el fondo, este episodio nos recuerda que la moda es mucho más que estética. Es discurso. Es poder. Es identidad. Lo que una artista decide ponerse en un evento público puede convertirse en un acto de resistencia, de provocación o de simple goce estético. Pero en cualquier caso, es una forma de decir “aquí estoy”, “así soy”, “mírame bien”.

Y eso es exactamente lo que hizo Bad Gyal en Panamá: ser ella misma, sin pedir permiso, sabiendo que su cuerpo, su imagen y su música son herramientas de expresión tan potentes como cualquier discurso desde un atril.