La base de operaciones de David Valle es un bar de dos plantas situado en el número 1 de la calle Poeta Francesc Fiol i Joan, en Palma. Se llama Maraca Club y en sus dos pistas de baile se han desgastado muchas suelas. El local era un antro regentado por “bingueros y prostitutas”. Había un billar en la planta baja y una máquina de dardos arriba. Valle quitó el billar y puso una tarima y en la máquina de dardos la cambió por una cabina de DJ. El póster del disco Movement que publicó New Order en 1981 supervisa los movimientos del pinchadiscos de turno cada fin de semana. El propietario del Maraca, Valle, habla en un bar de chinos, próximo al local de copas, de cómo fue su desembarco en Mallorca y de lo que significa ser promotor en la isla.
-¿Quién es David Valle Gregoris?
Es un segoviano que llegó a Mallorca con 26 años. Había hecho dos carreras en Madrid, Empresas y Económicas. Tenía un contacto en la universidad, que es de aquí, y la idea era montar una sala de conciertos en Madrid, pero no había pasta. En Segovia había trabajado de camarero, había montado alguna fiestecilla en bares, había hecho cosas. El manejo de la noche lo controlaba. Mi contacto, amigo de la facultad, volvió a Palma. Yo estaba trabajando en banca allí en Madrid, en Banif y mi colega mallorquín me dijo: ‘Oye, ¿y si te vienes a Mallorca? He visto un local de puta madre que se alquila. Este local era lo que ahora es el Sabotage. Lo vimos y nos gustó bastante.
-Viniste con la idea de coger aquel local.
Claro. Lo malo es que al final no salió. Igualmente vine con un amigo de Segovia, César. Yo estaba un poco cansado de la vida madrileña. Mi amigo de la facultad tenía un rent a car y yo iba a trabajar ahí. César, mi socio, iba a trabajar en un hotel de camarero o de lo que fuera. Éramos jóvenes y alocados y queríamos montar algo nosotros. Justo debajo de la casa donde estábamos viviendo, donde la ruta Martiana, había un bar que se alquilaba. Era una taberna vasca. Resultó que yo conocía al hijo del dueño del local en un viaje que había hecho a Brasil. Al final llegamos a un acuerdo con este hombre y cogimos el bar. Se llamaba La Jarana y era un bar de pinchos.
No quiero tener esa responsabilidad de dinamizador de la escena, siempre ha habido gente en Mallorca para hacer cosas
-¿Qué vino después?
El dueño del bar tenía una deuda con el anterior propietario y se la quería quitar mediante un traspaso. Nosotros no podíamos pagarlo porque no teníamos pasta. Hubo gente que vio que el bar funcionaba y le pagaron el traspaso. Nos tuvimos que ir, estuvimos a punto de volvernos a Segovia. Recuerdo que iba con la bicicleta por Palma buscando locales para alquilar. Me enteré que habían cogido lo que ahora es Sabotage Yo sabía que iba mal. Llamé al dueño y le dije que acabábamos de salir de un bar y que teníamos una clientela fija. Pero nos dijo que había firmado un contrato con otra persona. Justo dio la casualidad de que tenía un local cerca de Plaza París, miré en Google Maps y pensé que eso era Mordor. Fuimos al bar y a mí me gustó mucho, era un local de mala muerte. Venía el binguero con las putas, era un ambiente tipo after. Abajo tenía un billar, una máquina de dardos… al final nos animamos y nos tiramos a la piscina. Creo que desde que he llegado a Palma todo ha sido tirarme a la piscina. Quitamos el billar y la máquina de dardos. Nos dimos cuenta de que en Palma faltaba movimiento de bandas locales pese a haber una gran cantidad de grupos. Tuvimos suerte, la verdad es que al principio todas las bandas querían tocar en el Jarana.
Al principio todas las bandas querían tocar en el Jarana
-Desapareció el Jarana y empezó el Maraca en el mismo local. ¿Cuáles fueron los motivos del divorcio con tu socio?
Tuvimos un percance con la puerta de emergencia. Jarana llegó un punto en que había mucho movimiento y en el vecindario no estaban acostumbrados a tanta historia. Sufrimos acoso y derribo por parte de la Policía, que nos quería meter una multa bastante importante. Esto fue un poco el síntoma del divorcio porque él se agobió un poco con la situación.
-Él lo deja y tú sigues adelante con el proyecto. ¿Por qué?
Porque creía en el proyecto 100%. El hecho de que se fuera mi socio no me supuso ningún problema. Lo que necesitaba era una persona que me echase una mano y esa es Xisco Vargas. Es el encargado y se podría decir que es el jefe de Maraca. O sea, el puto crack.
-Había un precedente. El Cultura Club, que era del estilo, cerró.
Nosotros no solo somos un local de música alternativa. No nos ceñimos solo a traer bandas indies, por decirlo de alguna forma. Hemos metido hasta un concierto de rumba.
-Es curioso que un segoviano tenga que agitar la escena mallorquina.
Ya me lo han dicho muchas veces. Me pasáis esa responsabilidad, pero yo no la tengo. Creo que ya había gente que hacía cosas en Mallorca.
-Como Toni Pla con Isla de encanta o Ramón Caimari con Cultura Club.
Sí, recuerdo que cuando vine ya estaba el festival 2+2 y el Cultura seguía trayendo grupos. A lo mejor yo he hecho un poco más de ruido que otros, pero ya había gente. No quiero tener esa responsabilidad de dinamizador de la escena, siempre ha habido gente en Mallorca para hacer cosas.
Los ayuntamientos prefieren tener un festival de música alternativa que traer a David Bisbal, que es más caro
-¿Existe una burbuja de festivales?
Ahora sí. El ayuntamiento es más espléndido. Se ha puesto de moda. El indie ya no es indie, ahora es mainstream. ¿Qué pueblo no quiere tener ahora su propio festival? Nos ha pasado en Inca. Nosotros nos hemos beneficiado un poco de esa burbuja. Los ayuntamientos prefieren tener un festival de música alternativa que traer a David Bisbal, que es más caro.
-¿Qué importa para un promotor de conciertos?
Que todo salga bien, por supuesto. A veces la producción puede ser muy pesada y cuando traes bandas de fuera te preocupa que no llegue un avión a tiempo, que falte algo técnico y sobre todo que no se vendan entradas. Yo cada vez estoy más convencido de que puedo ganar más dinero con el día a día en Maraca que no intentando meter 3.000 personas en un espacio más grande y con una producción más elevada.
-¿Por qué Mallorca no tiene un festival de referencia?
Bueno, este año ha dado un salto importante el Mallorca Live Festival. Nunca nos podremos comparar con ellos, tampoco tenemos el presupuesto para hacerlo. Nosotros al final somos una verbena indie, por decirlo de alguna forma. Una fiesta de un día (Idò Fest) en un pueblo (Inca).
Estoy más convencido de que puedo ganar más dinero con el día a día en Maraca que no intentando meter a 3.000 personas en un espacio más grande
-¿Como promotor cuál es tu mayor éxito?
Seguir manteniendo mi esencia. Poder traer bandas que no conoce la gran mayoría de gente y que el público responda.
-¿Nunca te has planteado dejarlo cuando algún festival ha pinchado?
Siempre te planteas muchas cosas, pero como bien me enseñaron en la facultad, lo importante es diversificar. Y ahora mismo lo que hago es diversificar. Si algo me falla siempre tengo otra cosa donde agarrarme
-¿Cómo se convence a una banda para que toque aquí?
El producto Mallorca llama mucho, es un gran reclamo, y en verano más.
Nosotros, al final, somos una verbena indie. Mi mayor éxito como promotor es poder traer bandas que no conoce la gran mayoría de gente y que el público responda