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Cuando él no tiene ganas

En muchas ocasiones cuando hablamos de que algún miembro de la pareja tiene falta de deseo o inapetencia sexual, se suele relacionar con una dificultad de la mujer.

No se puede decir a ciencia exacta que sean las mujeres las que, en general, padezcan inapetencia sexual. La sexualidad en las mujeres ha sido un tema muy tabú y muy relacionado con la reproducción. En cambio, en los hombres el tema de la sexualidad se ha centrado, sobre todo, en su sexo biológico (pene) y el coitocentrismo. Esta idea de la sexualidad, por un lado la femenina, y por otra la masculina, ha llevado a creer que es lógico que haya mujeres que no tengan ganas de mantener relaciones sexuales; y, por tanto, que sea prácticamente imposible que haya hombres que no tengan deseo sexual. Esta última idea viene asociada a algunos mitos como: “ellos siempre tienen ganas” o “los hombres siempre tienen la escopeta cargada”. Por eso, no es de extrañar que a nivel estadístico no es que haya más mujeres con falta de deseo, sino que hay muchos hombres que no se atreven a manifestarlo, ya sea por vergüenza, o por sentirse heridos en su masculinidad.

los hombres el tema de la sexualidad se ha centrado, sobre todo, en su sexo biológico (pene) y el coitocentrismo

Las personas profesionales que nos dedicamos al ámbito de la terapia sexual, individual o de pareja, sabemos que el tema de la falta de deseo masculina es muy recurrente en consulta, y, por tanto, hay muchos hombres que en un momento dado de su vida tienen esta dificultad sexual y deciden resolverlo.

Para entender lo que es la falta de deseo o la inapetencia sexual masculina, nos referimos a un bajo nivel de interés en las relaciones sexuales, donde el hombre no suele responder (o le cuesta mucho) a las actividades sexuales de la pareja, hacia tocamientos a sí mismo, e incluso hacia otras personas.

Las parejas que conviven con un hombre que está pasando por esta dificultad pueden tener pensamientos equivocados cuando esto ocurre. Se cuestionan si ha sido un fallo que se ha cometido, si se ha acabado el amor entre ambos, o si se ha descuidado físicamente y por eso, tal vez, ya no haya atracción. La culpa siempre es una mala acompañante y poner a la otra persona como excusa de nuestras situaciones es no querer responsabilizarse de sí mismo.

Por tanto, sea por los motivos que fuere, la mejor manera de afrontar la situación es ocupándose el hombre de sí mismo, siendo consciente de que es algo que le afecta a él, y que también puede perjudicar a su pareja, pero ante todo ha de ser él el que intente recuperar su vida sexual de manera agradable; sin pretender que sea la pareja quien le salve o le saque de la situación. Si la pareja quiere colaborar en un proceso terapéutico, siempre será beneficioso para ambos, pero en ningún caso ha de centrarse la terapia en la persona acompañante, sino que nos debemos centrar en la persona a quien le ocurre esta situación de falta de deseo y que además solicita un cambio para que su sexualidad sea satisfactoria.

Antes de analizar las dificultades que han podido llevar a la situación, deberíamos consultar si hay algún factor físico que nos esté perjudicando, ya sea por el tratamiento por algunos medicamentos, o enfermedades metabólicas o crónicas. Antes de iniciar ningún tratamiento terapéutico individual o de pareja, se debería hacer una consulta médica para poder esclarecer si puede haber algún tema de salud que nos pueda estar afectando. Una vez descartados estos resultados, entonces sí podríamos valorar si hay factores psicológicos que nos pueden alterar en el deseo sexual.

Antes de analizar las dificultades que han podido llevar a la situación, deberíamos consultar si hay algún factor físico que nos esté perjudicando

Uno de los factores psicológicos que puede estar afectando al varón podría ser padecer alguna dificultad sexual con el sexo, como padecer una disfunción eréctil. Sin embargo, en la mayoría de los casos la falta de deseo puede estar más asociada a cambios en el estado de ánimo, ansiedad, estrés o cansancio. Hoy día los hombres siguen, en general, ocupándose de la parte económica de las familias, y esa “carga”, incertidumbre laboral o cambios de trabajo pueden afectarles de manera muy significativa en su deseo sexual, quedando este relegado al último escalón de sus necesidades.

Y aunque haya comentado anteriormente que la pareja no ha de ser la protagonista en un proceso terapéutico, sin duda la inapetencia sexual también puede venir ligada a que haya dificultades en la relación de ambos, una vida sexual poco satisfactoria o monótona, y/o miedo a no poder llegar a satisfacer el placer o deseos de la otra persona. Estas dificultades de pareja pueden venir asociadas a faltas de comunicación, a no atrevernos a decir lo que realmente nos ocurre, o a exponer libremente cómo nos encontramos. Llega un momento en la relación de pareja, aunque parezca paradójico, que nos da más vergüenza proponer cambios sexuales o confesar que aquello que hemos realizado durante tanto tiempo, realmente no nos gustaba. Pero aquello que callamos al final el cuerpo lo descubre, y nuestro interés sexual se va perdiendo, vamos decayendo, vamos posponiendo encuentros sexuales, con excusas o mentiras, que al final ya no sabemos ni cómo disimular.

No siempre es necesario acudir a un profesional de la sexología, sobre todo si hemos descartado la parte médica, pero si queremos hacer realmente un cambio para estar mejor con nuestra sexualidad es necesario tomar mucha consciencia de que necesitamos mejorar, porque cuanto mejor estemos sexualmente, mejor estaremos a nivel laboral, familiar, personal, y, cómo no, también mucho mejor con la pareja.

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