En un año repleto de estrenos esperados, hay una película que está empezando a destacar por encima del ruido mediático. No tiene explosiones, ni superhéroes, ni batallas espaciales. Lo que tiene es alma, música, sudor y verdad. Se llama Deliver Me from Nowhere y podría ser la pieza que le falta a Jeremy Allen White para pasar de ser un actor de culto a una leyenda contemporánea. Sí, estamos hablando del hombre que nos rompió y reconstruyó el corazón como Carmy en The Bear, y que ahora se mete en la piel de uno de los músicos más influyentes de la historia: Bruce Springsteen.
El camino de Allen White: de Shameless a la gloria
Si eres de los que aún lo recuerda como Lip Gallagher en Shameless, ya sabes que lo suyo no es suerte, sino talento a fuego lento. Pero fue en The Bear donde Jeremy Allen White explotó. Dos Emmys, tres Globos de Oro, tres SAG Awards. Una máquina de premios. Un actor que, como el mejor de los chefs —metáfora inevitable— ha sabido transformar la presión en arte.
2025 será, sin duda, su año más decisivo. No solo porque The Bear estrena su cuarta temporada el 26 de junio en Disney+, sino porque su transición definitiva al cine de autor con vocación de Oscar parece inminente.
Deliver Me from Nowhere: no es un biopic cualquiera
Dirigida por Scott Cooper (Crazy Heart), Deliver Me from Nowhere se adentra en una etapa poco glamurosa pero crucial en la vida de Bruce Springsteen: los años oscuros que gestaron Nebraska, el álbum más íntimo y crudo del de Nueva Jersey.
Nada de luces de estadio. Nada de Born in the USA a todo volumen (aunque también la veremos). Aquí se trata de descender a los infiernos del alma. Y eso, amigos, es justo el tipo de papel que un actor como Jeremy Allen White puede convertir en oro.
Lo hace todo. Canta. Toca la guitarra. Usa su propia voz. Y tiene la bendición directa del mismísimo Springsteen: “Canta bien, canta muy bien”, dijo en SiriusXM. Para los fans, ese respaldo es casi un sello de autenticidad.
El tráiler —lanzado hoy mismo— confirma que no se trata de una recreación superficial. Allen White no interpreta a Bruce: lo encarna. Sudoroso en el escenario, vulnerable en los momentos íntimos, magnético en cada plano.
El peso del reparto y la promesa de los premios
Acompañando a White, encontramos un elenco de lujo: Jeremy Strong como Jon Landau (el manager de Springsteen), Stephen Graham como su padre, Paul Walter Hauser, Odessa Young, Gaby Hoffmann, David Krumholtz… Un reparto que respira cine con mayúsculas.
Y no es casualidad. Los biopics musicales han demostrado ser terreno fértil para las grandes ceremonias. Desde Bohemian Rhapsody a Elvis, pasando por Rocketman o En la cuerda floja, el patrón es claro: interpreta a un ídolo con alma y prepárate para las nominaciones.
Con Deliver Me from Nowhere, todo apunta a que Jeremy Allen White tiene su “momento Rami Malek” o “momento Austin Butler”.
Más allá del biopic: la conquista cinematográfica
Si por alguna razón el filme no logra alcanzar la cima de los premios, Allen White ya tiene su plan B. Actualmente rueda Enemies junto a Austin Butler (otro nombre recurrente en las quinielas de premios), bajo el amparo de A24 y Ari Aster como productor. El tipo de película que los críticos adoran y que suele encontrar su hueco en los festivales importantes.
Y no solo eso: se ha unido también al universo Star Wars, prestando su voz a Rotta the Hutt en The Mandalorian and Grogu, prevista para mayo de 2026. El equilibrio perfecto entre cine independiente con profundidad y franquicias de alcance global.
Una superestrella en construcción
Jeremy Allen White está en esa intersección mágica en la que el talento, el momento y la elección de proyectos se alinean. Deliver Me from Nowhere no es solo su próxima película. Es la prueba de fuego definitiva.
El teaser ya lo insinúa: la transformación vocal es tan sutil que cuesta distinguir a Bruce de Jeremy. ¿Qué más se puede pedir? Quizás un Oscar. O al menos una nominación que corone años de trabajo sólido y coherente.
Porque si algo queda claro tras ver a Allen White sudar como Bruce sobre el escenario, es que no se conforma con interpretar: quiere trascender.









