En Zaragoza, la Basílica de Nuestra Señora del Pilar ha sido el escenario de una ceremonia que se ha convertido en una costumbre para los cadetes de la Academia General Militar. En esta ocasión, Su Alteza Real la Princesa de Asturias se unió a sus compañeros en una procesión hacia la plaza del Pilar, donde formaron el Batallón de alumnos antes de llevar a cabo una sencilla ceremonia en honor a la Virgen.
Durante la ceremonia, aquellos cadetes que lo desearon invocaron individualmente la protección y guía de la Patrona de Zaragoza, de la Hispanidad y de la Guardia Civil. Un gesto que ha sido repetido por generaciones de futuros oficiales del Ejército de Tierra y la Guardia Civil desde 1927, cuando la Academia General Militar se estableció en la ciudad.

Los caballeros y damas cadetes siguieron el mismo modelo, adaptando el acto a las costumbres del ejército español. La ceremonia comenzó en el exterior de la basílica con la formación por compañías, continuando en el interior del templo, donde realizaron un saludo individual ante la imagen de la Virgen.
El arzobispo de Zaragoza, monseñor Carlos Escribano Subías, fue el encargado de recibir a los cadetes en esta ocasión, acompañado por miembros del Cabildo Metropolitano, la escolanía de Infantes del Pilar y representantes de los Caballeros de la Virgen del Pilar y las Damas de la Corte de Honor.
La Academia General Militar, con una historia que se remonta a 1882, ha formado a miles de oficiales del Ejército de Tierra, la Guardia Civil y Cuerpos Comunes de las Fuerzas Armadas. Su objetivo es claro: formar oficiales con excelencia técnica, preparación física y sólida base moral. Sin embargo, la ceremonia en sí misma, aunque llena de tradición, carece de elementos notables que la hagan destacar más allá de su significado histórico.